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viernes, 20 de febrero de 2015

EL SINSENTIDO COMUN


 
Por suerte o desgracia, nunca se sabe, aunque estoy plenamente satisfecho, me eduqué en una familia donde prevalecía el sentido común sobre cualquier tipo de amenaza o castigo.

Mi educación se basó en la premisa de la consciencia de que todo el mundo sabíamos lo que hacíamos bien o hacíamos mal, por que éramos capaces de primar el sentido común sobre cualquier tipo de acción u omisión.

La verdad es que no me ha ido mal este concepto en la vida y en especial cuando no he querido engañarme en alguna autoevaluación o revisión de acontecimientos, hechos y amores que también son buenas razones.

Es bien cierto como dice el dicho popular que el sentido común  es el menos común de los sentidos, sin embargo y a la vuelta de la vida y con un grado de experiencia, la racionalidad del sentido común junto con la verdad de los acontecimientos como bandera simplifica las resoluciones más difíciles llevándolas al minimalismo de lo trivial.

Hoy en día y con la influencia de los medios de comunicación uno llega a dudar de la capacidad de pensar por uno mismo, sin embargo siempre salta la luz roja del sentido común cuando uno se da cuenta que va por el camino en dirección contraria a lo que sus propios sentimientos le están marcando, siendo esta  la razón por la que la mayoría de nosotros lleva un estilo de vida individualista y materialista, orientado a saciar su propio interés.

Pero como decía José Antonio Molina:  “Ningún individuo decide cambiar hasta que su situación deviene insoportable” y es cuando nos sentimos sin el sinsentido común; reaccionamos dirigiendo nuestra vida a lo que nos dicta el corazón, siendo esa la esencia de la responsabilidad personal.

Todos tarde o temprano pasamos esta crisis existencial a partir de la cual dejamos de engañarnos a nosotros mismos reconociendo que estamos actuando sinsentido común y que nuestra vida carece de propósito y de sentido. En estos momentos es cuando necesitamos reaccionar y activar el sentido común por lo que está en juego es nuestra libertad de pensamiento para descubrir quiénes somos realmente.

En cualquier caso  esto supone una pauta dentro del proceso de cambio a vencer los miedos de los conceptos y pensamientos que realmente estamos convencidos, que nos impiden construir una existencia más plena y con sentido común.

El sinsentido común explica de una  forma  amena y sencilla por qué en general los seres humanos solemos pensar y comportarnos de una misma manera, sin embargo desde lo racional podemos hacer de forma individual un proceso de transformación simplemente observando los resultados que están obteniendo las personas que verdaderamente han cambiado su forma de comprender la vida porque como decía Ortega y Gasset, aunque la mayoría de las personas no va hacia ninguna parte, es un milagro encontrarse con una persona que reconozca estar perdida.

                                                            Ferrán Aparicio
                                                       20 de febrero de 2015

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