Muchos
profesionales están de acuerdo que hay factores básicos que definen a la persona,
entre ellos el carácter, la educación y la ética personal.
Podrían haber muchas más
combinaciones como cócteles hay en cualquier bar de moda, pero lo que no resulta discutible y es que es un factor
común el hecho de que todos nacemos con un tipo de temperamento concreto.
Nuestro carácter innato, forma
parte de nuestra personalidad, es innato per sé, en cierta forma es heredado
salvo error o excepción por cuestiones de ADN
y en general por mucho que nos empeñemos, poco variable.
La diferencia entre carácter y
temperamento redunda en que el temperamento es adquirido y en cierta forma
sometido a la educación y el aprendizaje, por lo que en función de nuestros
mentores podemos llegar a variarlo en el tiempo según el objetivo que
pretendamos.
Lo que es cierto es que
naciendo con una mente vacía pero llena de ilusión, el carácter innato a lo
largo de la vida se va forjando en función del vínculo que tengamos con la adversidad,
pues es bien cierto que las adversidades nos hacen más fuertes fomentando y
marcando el carácter con el que hemos nacido.
Aunque no es una experiencia agradable
convivir con la adversidad, es bien cierto que un carácter maduro y pragmático sólo es
posible construirlo a base de adversidades y sobre todo aceptando que la vida
misma está llena de ellas y el que no haya
comulgado con ruedas de molinos que tire la primera piedra.
Es bien cierto que cuando a
todo el mundo se nos presenta un problema, lo inadecuado es mirar a otro lado,
actitud de moda en nuestra sociedad, pues la adversidad convive con nosotros
hasta que racionalizamos el hecho de enfrentarnos a ella o abortarla como irresoluble.
La incomodidad de forjar un carácter pasa por
plantearte que los problemas los vas a tener si o si, y es entonces cuando
tienes que plantearte que o los vences o te vencen y es así como se va forjando
ese carácter innato con el que de alguna forma nacimos derivando a nuestra
propia personalidad.
Sin embargo y con los tiempos
que corren, no nos queda otra que luchar contra la adversidad pero de una forma
diligente sabiendo que lo que más nos va equilibrar emocionalmente es saber lo que somos capaces de conseguir con
nuestra consciencia y entrenamiento que lo que innatamente hemos nacido.
El carácter innato y forjado
demuestra que somos capaces de aguantar las situaciones que no controlamos pero
la perseverancia en el camino es lo que nos permite aprehender, aguantar y
resistir porque en definitiva el que resiste gana, con lo que les animo a planteárselo
pues es más llevadero cuando menos años se tiene.
Ferrán Aparicio
15 de julio de 2015
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