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viernes, 15 de diciembre de 2017

CONVERSACIONES CONMIGO MISMO

Después de una gran temporada escribiendo o al menos intentándolo, me he dado cuenta que hago lo que me gusta, por no decir como dicen algunos, hago lo que me sale del pirri. 

Y valga la redundancia  en el sentido  que escribir para mi ha sido en los últimos años una terapia muy personal y he aprovechado a hacerlo siempre que he tenido algo que  pensar , transmitir o simplemente vivir.

Descubrí esta terapia después de una larga depresión, por amor y sólo amor, aunque  en la perspectiva del tiempo me di cuenta que simplemente era por amor propio, no ajeno, pero en el fondo descubrí que a través de la escritura todos y todas podemos desarrollas una infinidad de recursos para potenciar la capacidad simbólica y creadora de la mente, esa mente tan difícil a veces de  comprender.

El juego de las palabras nos descubre un mundo desconocido hasta que dejamos aflorar eso que todos y todas tenemos dentro, es un juego que nos libera que nos permite hablar en voz alta con nosotros mismos, recreándonos con recursos libres y sin perjuicios personales aquello que llevamos dentro y no somos realmente conscientes y que revelan nuestros enigmas personales más íntimos.

Decía García Lorca, en uno de sus múltiples escritos “ No preguntarme nada, he visto que las cosas cuando buscan su pulso encuentran su vacío”, y con ello me identifico, pues cada tema cada expresión de ese yo libre revela una preocupación, una dudad, una reflexión y sigo hablando en voz alta pero escribiendo.

Cuando escribimos estamos meditando de una forma  muy especial,  es como un conjunto de palabras lanzadas supuestamente al  azar ,   que van provocándonos unas reacciones emocionales llenas de recuerdos, emociones, significados, sueños y tantas y tantas  reacciones   que afectan a nuestra memoria, al subconsciente  inconsciente y a un proceso natural que en nuestra mente no asiste pasiva a la representación, sino  que interviene en una aceptación y rechazo  , a una construcción y una destrucción y a tantos antagonismos que van unidos como una sucesión de acontecimientos que se intentan hacer coherentes a través de su ligazón, personal y eso en definitiva es nuestro estilo personal o pensamiento emocional, que al fin y al cabo refleja una forma lógica de hacer las cosas.

En definitiva simplemente reflexionar como las conexiones  que establece la mente entre la realidad externa y aquello que forma parte  de  nuestro mundo interior, nos proporcionan el material necesario para hacer aflorar las ideas, pensamientos, reflexiones y meditaciones en las que no importa lo que se cuenta, sino como se cuenta, con emoción fundamentalmente.

Para escribir es fundamental como  para todo en la vida, perder el miedo y vivir esta maravillosa experiencia como un juego, desarrollando algo tan maravilloso como es la creatividad, nuestro yo más intimo y desconocido.

Si transformamos el proceso de escribir en un juego de estimulante, además de compartir muestras ideas, por intimas y relevadoras que sean potenciamos la comunicación a través de la lectura que al fin y al cabo es como navegar por la apertura de la interrogación , sin echar ancla.

                                                   Ferrán Aparicio
                                               15 de diciembre de 2017



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