El
otro día estaba leyendo y descubrí el término “El síndrome de Ulises”. Como en
otras ocasiones sentí curiosidad por ésta terminología y empecé a investigar y
a documentarme, de que se trataba con la idea de cómo siempre aprehender algo
más como siempre.
Documentándome,
descubrí que fue el psiquiatra Joseba
Achotegui, quien le puso este apelativo por su anacronismo con la odisea de Homero, en la que se describen episodios
con síntomas parecidos a los de los emigrantes en el proceso de tener que
alcanzar nuevos horizontes y reflejan ese sentí miento de soledad, de fracaso,
de miedo, ante una falta de sentido en
ese viaje al exterior por la supervivencia
en una nueva sociedad desconocida.
Como
normalmente pasa, todos los ciclos de la historia se vuelven a repetir y
también esta situación de migración, que se está dando en la que los
profesionales y trabajadores españoles buscan destinos europeos e internacionales, en busca de una
oportunidad y va estrechamente ligada a la falta de mayores oportunidades y
también de proyección laboral en la crisis mundial que seguimos viviendo.
Pero
hiendo un poco más allá, el fenómeno es mucho más complejo de lo que nosotros nos podemos plantear, por una parte es
asimilar y sufrir el denominado el síndrome de Ulises, ante la situación de
tener que dejar nuestro mundo, nuestra familia, nuestros hogares, nuestras
relaciones personales y por otra parte entraña frustración de cada uno en su
profesión y ocupación, tanto universitarios como< no universitarios asumen salir de su mundo ya que no ven compensado su
esfuerzo o bien simplemente porque no tienen una proyección laboral inmediata.
Al
final solo se trata de ser flexible, en el sentido contrario a lo que aparenta
que es aceptar las cosas como vienen, sin complejos de resignación sino todo lo
contrario la aceptación del problema, de la circunstancia de la situación
dentro de la conciencia que abre a un
camino. La flexibilidad es sólo un estado mental en el que la persona colocada
desde otro v nivel de percepción analiza la propia realidad y lo circunstancial
desde lo acontecido, es la vida del
presente vista con perspectiva.
La
clave quizás y sólo quizás, es que lo que nos pasa no afecta a nuestras emociones,
sino aquello que pensamos acerca de lo que nos pasa, es decir, como
interpretamos lo que nos sucede, aunque el sufrimiento choque con nuestras
perspectivas.
En
cualquier caso ese llamado síndrome de Ulises, tiene distintas formas de desarrollo en función de factores, como es
la edad, la capacitación personal, la vinculación familiar, pero en definitiva
se manifiesta como un desequilibrio sustancial de las demandas ambientales
percibidas y las capacidades de respuesta del sujeto, esa dialéctica entre la búsqueda
de la felicidad objetiva y la flexibilidad entre los acontecimientos y circunstancias
que les intentaba explicar, si y sólo si, bajo mi punto de vista.
Finalmente
si todos salimos corriendo en busca de una acomodación, resolveremos la
economía fundamentalmente de los demás, no la nuestra, los problemas de los
demás no los nuestros, el reinventarnos y sacar nuestro mundo adelante es un
reto inteligente a la vez que flexible.
Ferrán
Aparicio
10 de Enero de 2018
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