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miércoles, 1 de junio de 2022

POR SAN JUAN LLEGA EL VERANO

 

Hay ciertas ocasiones que no puedo evitar el comentar algún libro que ha caído por casualidad o causalidad, en mis manos, y este es uno de ellos, fruto de un fantástico regalo de navidad. El libro que para mi gusto es muy recomendable es “El aroma del tiempo” de Byungchul Han, publicado por Herder en 2015.

Quizás lo más interesante es  la empatía que el texto establece con el lector, en cuanto identificas el diagnóstico del mundo actual en que vivimos, en cuanto a la percepción del tiempo y la aceleración perceptiva que de este tenemos.

Todos y cada vez más personas vemos como las semanas pasan de lunes a domingo, pasamos del invierno al verano y cuando nos queremos dar cuenta ya estamos celebrando el final del año, y  sentimos que la velocidad con que se mueve el tiempo en la vida diaria, nos hace sentir como una pieza del mecanismo que no para nunca, si bien esta aceleración no es lo que nos molesta, sino más bien el perder el sentido y el control del tiempo, animados por las rutinas y costumbres, que transforman el factor tiempo en un valor fragmentado.

En realidad esta aceleración vital de alguna manera nos agota pues todo parece efímero y fugaz, estamos esperando, programando, organizando unas felices vacaciones y cuando nos damos cuenta ya las hemos vivido, sin más. Es como si todo lo que vivimos se terminara antes de lo que debería, sin llegar a saborear el aroma del tiempo.

Como siempre la solución sería parar el tiempo, lo cual como todos sabemos resulta imposible,  sin embargo no estaría demás el tomar conciencia de que si bien no podemos parar la máquina del tiempo, podemos aquietar nuestra vida disfrutando de algo tan valioso como es el concepto de tiempo.

Analizado este mecanismo, Han  determina  que al hacer del trabajo, el todo se anula cualquier otra forma de vida y afirma  que el hilo de la vida, de la trayectoria de la vida se recupera, con la vida contemplativa, con el aquietamiento circunstancial, con el concepto del no-hacer, revelando consecuentemente el aroma del tiempo, ganando consecuentemente  tiempo y espacio, duración y amplitud

Han y su libro, no trata de resolver el problema de la velocidad sino el del sostén del tiempo, el sentido, la trayectoria, el hilo narrativo que engarce los fragmentos y le devuelva la tensión.

No puedo finalmente dejar de transcribir un par de párrafos de su libro que seguramente les harán pensar sobre la necesidad de parar a pensar sobre el  conflicto de la percepción del aroma del tiempo, como siempre,.., sin más.

“El tiempo comienza a tener aroma cuando adquiere una duración, cuando cobra una tensión narrativa o una tensión profunda, cuando gana en profundidad y amplitud, en espacio. El tiempo pierde el aroma cuando se despoja de cualquier estructura de sentido, de profundidad, cuando se atomiza o se aplana, se enflaquece o se acorta. Si se desprende totalmente del anclaje que le hace de sostén y de guía, queda abandonado. En cuanto pierde su soporte, se  precipita.

                                                               Ferrán Aparicio
                                                           1 de  Junio de 2022


lunes, 25 de julio de 2016

PROACTIVIDAD ACELERADA


Llevo una temporada que no se si porque empiezan los calores del verano, por circunstancias de traslado o acoplamiento a una nueva vida, pero tengo el proactivismo acelerado y no paro, mi cabeza va  más rápida que mi cuerpo y se que como cualquier mecanismo y motor, un exceso de revoluciones no es nada sano.

Es bien cierto por definición que las personas que somos proactivas los problemas no nos detienen y es que cuando te centras en los problemas a los que te estás enfrentando, tu comportamiento va en resonancia con la tensión resultante, lo que obstaculiza tu progreso y no te deja avanzar.

Sin embargo cuando empiezas a tomar consciencia como es el caso, es cuando te das cuenta que la planificación es un grado y que todos somos humanos que no divinos, salvo algún error u excepción.

Cuando aquietas tu marcha, que aquietar no es parar, es cuando llegas a darte cuenta que centrándote en las acciones que debes hacer para mejorar tu actual situación consigues pensar con claridad y tener ideas positivas, que te abren a nuevas soluciones y una mejor organización de lo que es tu vida.

No se trata de hacer comparaciones pues al final llegas a la conclusión de que aunque todos somos humanos no todos somos de la misma pasta, por lo que resulta impensable hacer comparaciones, pues como dice el dicho las comparaciones son odiosas.

Pero como siempre la aptitud y actitud es lo que a veces y sólo a veces nos diferencia a las personas y es que la gente exitosa aunque sólo sea para si mismo, en cuanto que cumplen los objetivos que se plantean en su vida, no piensa en los posibles y no posibles problemas, sino que evitan cualquier pensamiento negativo para seguir adelante, porque en definitiva saben que son más eficaces cuando se centran en dar soluciones y no en crearse nuevos problemas.

No es cuestión de hacerse juicios de valor, ni hacerlo respecto a los demás, ni tampoco de poner excusas de “mal pagador”, si no de enfrentarnos día a día a lo que nos proponemos con una claridad mental que el tiempo es oro, pues se desvanece sin poder volver a encontrarlo.

Otros valores como la envidia o la expectativas ajenas no entran en nuestros esquemas pues al fin y al cabo ser una persona proactiva es gustarte hacer las cosas y conseguirlas, sin miedo a coger responsabilidades sobre las cosas que están fuera de su control, eso si como siempre sin aceleraciones, pues no hay motor que cien años dure, ni cuerpo que lo resista.

Ferrán Aparicio
25 de julio de 2016