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miércoles, 25 de abril de 2018

PROBLEMA


Dice la Wikipedia y  además coincide con cualquier diccionario desde el de la Real Academia al famoso diccionario “María Molina”, que utilizaba yo   y mucha gente de mi generación, en mis primeros años de estudio, que define  el problema, como una cuestión o punto discutible que se intenta resolver.

En general representa una  situación de difícil solución, sin llegar a renunciar a su resolución, pues  el problema representa un conjunto de hechos o circunstancias que dificultan la consecución de algún fin, pero en ningún caso impiden su resolución, pues entonces ya no constituía un problema sino una anécdota circunstancial en nuestra vida a asimilar, como siempre sin más.

Cuando el  problema  se asocia a la  investigación, supone el  combustible que impulsa el proceso científico y constituye la base de cualquier método de investigación y diseño experimental, desde un experimento verdadero hasta un estudio de caso.

Cuando te planteas el estudio de un problema que te  afecta, no siempre existe una vía de resolución  sino que puede tener varias reacciones  hasta llegar a la propuesta de una hipótesis viable., siempre amparada en el riesgo y ventura que diferencia el resultado entre el éxito y el fracaso.

También el definir claramente el problema en su conjunto es crucial para definir la calidad de las respuestas, incluso de los métodos o fórmulas mágicas para su resolución.

Una actitud positiva ante un problema es lo que siempre hemos oído , si es problema y no tiene solución , ya no es un problema y habrá que aceptar la  realidad  , por aquello 1ue siempre uno piensa que lo que debe ser será, y sucederá naturalmente, o todo lo contrario.

Los problemas en general  nos crean  ansiedad al igual que cualquier cosa por pequeña que sea los sume en un estado de preocupación increíble, también les afectan detalles aparentemente insignificantes, desvirtuando la apreciación de la realidad del problema que nos preocupa.

 También es cierto que los problemas crean cierta situación de miedo, situación de incertidumbre a algo que nos aturde o nos asusta o simplemente nos negamos a aceptar  que los miedos son los que las controlan provocándoles esta sensación de preocupación constante que tanto temor nos da.

 Al final todo se concentra es  controlar la actitud positiva de tu mente,  pues somos conocedores  que somos  víctima de nuestra  propia mente , por lo que te animo a que nunca escapes a enfrentarte a un problema aunque sea desde  la perspectiva  y no escapes de aquello que te la provoca y sólo así podrás empezar a solucionar y a enfrentar tus miedos.

                                                           Ferrán Aparicio
                                                           25 de Abril de 2018


sábado, 25 de noviembre de 2017

MALDITA ANSIEDAD

La ansiedad es una de las emociones que más sufren las personas, independientemente que como humanos que no divinos somos, es bien cierto que no podemos controlar todas nuestras emociones ante sucesos venidos y sobrevenidos.

Hablar de ansiedad, es hablar de una sensación de inquietud y malestar, que muchas veces no podemos controlar y resulta una sensación de malestar difícil de controlar.

La ansiedad es una reacción normal, cuando sientes una amenaza, cuando visualizas algo de forma negativa pero que encierra en sí misma muchos secretos, pues como patología es algo muy personal y resulta  incomprendida por aquellos que no padecen este problema.

La ansiedad como patología clínica es un problema natural que muchas veces no tiene explicación y muchas veces se incrementa por la preocupación que te aborda con el afán de poder hacerle frente de la mejor manera a cualquier problema.

Es bien cierto que quien no la ha sufrido, quizás no pueda entenderla y llegar a comprender que nadie quiere para sí, un estado de asfixia física  y emocional, tan compleja de aquietar bien por medios químicos , como por medios de control emocional como son la meditación y la relajación o simplemente el yoga.

La ansiedad roba energía y llegado el momento llega a ser tan grande su poder que hasta cualquier pequeña cosa llega a saturar a la persona que sufre ansiedad. Es normal que en ocasiones nos sintamos desbordados, ante algo pequeño que no debería provocar ni un mínimo de estrés.

En el caso del trastorno de ansiedad generalizada, la ansiedad patológica se vive como una sensación difusa de angustia o miedo y deseo de huir, sin que quien lo sufre pueda identificar claramente el peligro o la causa de este sentimiento.

Las personas que sufren ansiedad al igual que cualquier cosa por pequeña que sea los sume en un estado de preocupación increíble, también les afectan detalles aparentemente insignificantes.

Eso no debería suceder, pero como viven rodeadas de preocupaciones constantes, lo que hacen es adelantarse a los acontecimientos, visualizando lo que podrá ocurrir. El miedo a la ansiedad provoca que eso que estén visualizando sea bastante negativo. Esto no hace más que provocar que la ansiedad se vea atraída por estos pensamientos. 

Las personas que sufren ansiedad cuando se encuentran con sus miedos piensan que no pueden controlarlos. De hecho, son los miedos los que las controlan provocándoles esta sensación de preocupación constante que tanto temor les da.

Si sufres de este problema sabrás perfectamente lo que estoy diciendo pues si no puedes controlar una situación o superar un miedo esto así será, al margen de olvidar que somos dueños de nuestro propio destino, lo que tu mente piense, se hará realidad.

No todas las personas tienen los mismos síntomas, ni éstos la misma intensidad en todos los casos. Cada persona, según su predisposición biológica y/ o psicológica, se muestra más vulnerable o susceptible a unos u otros síntomas, pero en cualquier caso quien la sufra confirmará la maldición de la ansiedad.

                                                               Ferrán Aparicio
                                                           25 de noviembre de 2017


lunes, 20 de noviembre de 2017

PUERTAS ABIERTAS

Dicen que quien abre la puerta de la depresión nunca la logrará cerrar, pero sí ser consciente que existe en ese espacio inmediato que por circunstancias abrió sus puertas, voluntariamente o coaccionados por determinadas situaciones, un límite vital de cierta trascendencia.

La depresión como tal, todos sabemos que es una  enfermedad o trastorno mental que se caracteriza por una profunda tristeza, decaimiento anímico, baja autoestima, pérdida de interés por todo y disminución de las funciones psíquicas.

Pero si analizamos estudios y análisis de esta patología clínica desde el punto de vista de la psicología, la depresión y la ansiedad, son signos de haber tratado de permanecer fuertes mucho tiempo, y esto viene de estudios estadísticos que determina que quienes han presentado este tipo de trastornos emocionales, se caracterizan más bien por ser personas fuertes, por ser personas constantes, que han tenido que trabajar heridas emocionales que vienen arrastrando de su pasado y que quizás por tratar de mantenerse lo más fuertes posibles, han acabado por fisurarse ante lo poco flexibles que pueden haber sido con ellos mismos.

En general salvo error o excepción a todas las personas nos gusta tenerlo controlado, incluso aquellas que viven al pairo y no controlan el momento en que están viviendo. Y es precisamente en esa exigencia de control excesivo, lo que produce la situación de ser vulnerables a abrir las puertas de la depresión.

La depresión y la ansiedad son patologías muy íntimamente relacionadas; la ansiedad se define como un estado mental que se caracteriza por una gran inquietud, una intensa excitación y una extrema inseguridad. Esa inseguridad muchas veces manifiesta la desviación que puede existir entre sus expectativas y la realidad, sintiendo gran frustración al respecto, generando consecuentemente una depresión.

Estar concienciados de lo que es y significa una depresión o un estado de ansiedad,  es simplemente recordar que todos y cuando digo todos he dicho todos, hemos pasado un tiempo de depresión y ansiedad, pues la vida por mucho que nos exijamos y controlemos no es perfecta, así como nuestra vida  tampoco lo es y al final solo se trata de evitar el desequilibrio emocional aunque sea sólo temporalmente.

Al final sólo se trata de  estar ojo avizor del colapso en el manejo de tus emociones, dentro de tanta necesidad de controlarlo todo, lo cual genera un desequilibrio adicional, para el cual, en la mayoría de los casos no estamos  preparados.Tanto la ansiedad como la depresión comienzan a dar señales tempranas, que la mayoría de quienes se han visto afectados, han ignorado completamente. El cuerpo comienza a dar avisos, hasta que, si no se presta la debida atención, se instaura un cuadro cuyo manejo dependerá en gran medida de la aceptación, de la disposición para sanar y del entendimiento de que las señales de nuestro cuerpo son manifestaciones para hacernos saber que algo no lo estamos llevando bien en nuestras vidas.

Aprendamos a sanar las heridas del pasado, aceptemos, dejemos ir, crezcamos con las experiencias y aprendamos que la verdadera fortaleza es la que reflejamos al levantarnos, no al evitar caer.

                                                       Ferrán Aparicio

                                                20 de noviembre de 2017

jueves, 1 de junio de 2017

COMBINACIONES EXOTICAS

La depresión y la ansiedad  son dos trastornos mentales que generalmente van asociados y que muchos no entienden, no sabe identificar, ignoran los motivos que llegan a desencadenarlos, y hasta dudan de su existencia al considerarlos como manifestaciones propias de la debilidad de quienes los sufren, al carecer de la fuerza de voluntad suficiente para dejar de experimentarlos.

Sin embargo los que algún día abrimos las puertas de esta combinación exótica de ansiedad y la depresión, sabemos que son puertas que se abren pero no tienen cierre alguno de por vida, lo cual nos hace susceptible de estar muy pendientes de nosotros mismos desde la observancia.

Es bien cierto que con un buen tratamiento, no sólo físico sino químico y mental uno aprehende desde la observancia a reaccionar ante el menor síntoma o bajón emocional.

También es común  el no entender a quienes sufren de ansiedad o depresión  y que generalmente se asocia como algo exclusivo de personas poco formadas o carentes de sensibilidad o de empatía y la pura verdad que es un mal común a todos los humanos independiente de su formación, sensibilidad o empatía.

La cruda realidad demuestra que quien nunca ha pasado por uno de estos procesos, tiende a no entender a quienes los sufren y a considerarlos como seres débiles, tanto es así que con frecuencia se recurre a expresiones desafortunadas con las que pretendidamente se intenta ayudar y que en realidad sólo potencian el malestar de alguien a quien le resulta imposible salir del agujero en que se encuentra sumido.

Nuestra relación con la gente que sufre o sufrimos de alguna manera o en cierto grado este tipo de bajones anímicos es tener que oir aquello que lo importante es superarlo, aunque al fin y al cabo la ansiedad y la depresión, no es algo se supera sólo con la voluntad.

Etapas conflictivas, llenas de desánimo pueden estar relacionadas con causas endógenas o exógenas y lo que hay que tener claro es  que no podemos confundir la depresión con la tristeza, tanto para nosotros mismos como para los demás y en cualquier caso hay que esforzarse en comprender o al menos respetar.

El desgaste que produce una depresión o un estado de ansiedad continua es algo que sólo la conoce el que la sufre, que no es más que hablar de la anhedonia o pérdida de la capacidad de disfrutar de las cosas que antes generaban placer, la combinación resulta explosiva y el nefasto resultado es que vivir se convierte en una experiencia dramáticamente diferente para el deprimido.

 Las experiencias y la vida misma las vivimos cada uno y lo mejor si alguien intenta controlar su propia ansiedad es no inmiscuirse para evitar una retroalimentación o contaminación mutua.

Los problemas son problemas cuando tienen solución, cuando ya no la tienen, dejan de ser un problema, pero quienes conviven  con la depresión y la ansiedad, dos manifestaciones anímicas y emocionales que tal vez todos hayamos experimentado en algún momento de nuestras vidas, pero que quienes las sufren de modo crónico y no como algo circunstancial, las soportan como un terrible sufrimiento, muy distante a un problema carente de solución.
           
Ferrán Aparicio
1 de Junio de 2017

viernes, 25 de septiembre de 2015

INMOVILIZACION AFECTIVA


Muchos son los autores que definen la palabra inmovilización como el indicador de las emociones negativas.

Es cierto que vivimos en unos tiempos donde sobrevivir a la negatividad ya es un reto, bien por toxicidad ambiental, bien porque las circunstancias no favorecen la actitud positiva, ya que las circunstancias nos van marcando sentimientos de rabia, hostilidad, timidez y otros sentimientos de lo más variopinto.

Sin embargo y dentro de una actitud positiva, la medida de esos sentimientos sin darte cuenta, te inmovilizan y  debe ser un indicador para poder reaccionar a favor o en contra de ellos.

La inmovilización puede oscilar entre una acción total o la reacción controlada. Sin embargo hay que comprender que la inmovilización como tal, es un estado  en  mayor o menor medida que imposibilita  el funcionar al nivel que quieras funcionar.

Detectado el estado  no vale la pena seguir hacia adelante y simplemente se trata de no parar pero aquietar y marcar nuevos rumbos.

En general y como es lógico  todas las emociones negativas provocan un estado de inmovilidad que es como un estado de carencia de querencia del alma que no se encuentra en estado natural.

La forma de evitar las inmovilizaciones es vivir el momento presente, sin predicciones, ni recuerdos, sin marcar emociones futuras, ni recuerdos de es estar en el pasado, aunque sólo sea de referencia.

Las cosas llegan cuando tienen que llegar pero en cierta forma tenemos que ayudar a que lleguen sin sentirnos inmovilizados por sensaciones negativas.

Cuando nos adelantamos en el tiempo, vivimos unas sensaciones ilusorias que lo único que producen son una desilusión emocional pues resulta difícil el controlar todo cuanto puede ocurrir en el tiempo.

Todo el mundo conoce la frase anónima  que muchos autores han parafraseado que dice: que hay que vivir como si fuera el último momento de tu vida, no hacerlo es una equivocación, pues nos arrepentirnos en cualquier caso de lo que no hacemos, no de lo que realmente decidimos hacer.

 Por todo ello se trata de valorar los momentos presentes y de una forma positiva y proactiva pues si los desperdiciamos con actitudes auto frustrantes los habremos perdido para siempre.

La inmovilización afectiva nos puede llevar poco a poco a una depresión o una ansiedad anticipativa, pues carecemos de recursos para salir de ella si no la detectamos y abortamos las actitudes negativas para nuestro sistema afectivo.

 Los que en cierto momento abrimos la puerta a la depresión, sabemos que una vez abiertas estas nunca se cierran, por eso les animo antes de tomar una posición a revisar sus esquemas, porque en cualquier caso vale más la pena siempre vivir el momento que estar inmovilizado.

                                                           Ferrán Aparicio
                                                 25 de septiembre de 2015

 

sábado, 5 de septiembre de 2015

ESTRES PELIGROSO


Dicen que una de las virtudes más apreciadas por la humanidad, es el virtuosismo de la tranquilidad. Paradójicamente la sociedad actual se ha contaminado  de esa adicción al estrés como modus vivendi.

Todos conocemos o reconocemos de alguna forma el concepto de estrés, pues en mayor o menor medida lo hemos vivido en algún momento; sin embargo lo que muchos no conocemos es que hay tres tipos de stress en la actualidad: el agudo, el episódico y el crónico y cotidiano.

Como vemos hasta el estrés queda referenciado en el tiempo que nos afecta. El estrés se convierte en peligroso cuando se da alguna de estas tres circunstancias adversas: la frecuencia, la prolongación en el tiempo o la localización en una parte del cuerpo.

Las consecuencias del estrés se traducen  en manifestaciones patológicas crónicas  como son la ansiedad, la depresión, el dolor de espalada o simplemente el dolor de estomago, por decir un algo.

En cierta forma  el cuerpo nos está avisando de lo que está ocurriendo, sin embargo y por lo general y a pesar de la claridad de los síntomas, la respuesta del ser humano suele ser errónea y es aislarse e ignorar la expresión corporal de la patología  evidente que estamos sufriendo.

Muchos especialistas  reconocen que el aislamiento fomenta y incrementa el grado de estrés, cuando una terapia natural y saludable  sería expresarse reconocer las exigencias  y el desequilibrio, abrirse a los demás y buscar ayudas de los otros o simplemente de un profesional.

Es importante por su peligrosidad el analizar su patología clínica, aunque en la mayoría de los casos se produce por problemas laborales, en los que el entorno , las relaciones entre los puestos de trabajo de responsabilidad, la sobrecarga de trabajo o en un estilo de dirección de ordeno y mano que marca a la persona,crea una situación insostenible.

La inseguridad del propio trabajo y trabajador con tanto despido y liquidación, así como unas relaciones interprofesionales inadecuadas pueden dar lugar a un trabajo estresante y monótono.

El dialogo participativo, la revisión del esquema organizativo, la cooperación son factores que ayudan a solucionar el problema.

Cuando la situación es irreversible que se resiste a mejorar, lo mejor es cambiar de trabajo y se lo digo porque yo ya he empezado ha planteármelo, porque lo que está claro es que no hay que olvidar que la salud va en ello y con la salud no se juega.

                                                           Ferrán Aparicio
                                                   5 de septiembre de 2015