Hace unos años tuve
la oportunidad por mandato imperativo en un proceso de ansiedad de experimentar
el pintar mandalas como terapia de relajación y concentración emocional. La
experiencia es muy recomendable y aconsejable y los resultados cuando los
ejecutas son diferentes en función del encuentro emocional con el que te
encuentras.
Los
mandalas son representaciones simbólicas espirituales y rituales del
macrocosmos y el microcosmos, utilizadas en el budismo y el hinduismo y es un
término de origen sanscrito, una antigua lengua que se hablaba en la India y que hoy
se conserva gracias a algunos textos sagrados
Analizando
su estructura y estudiando el término según diversas fuentes, se compone de una
estructura que parte de un círculo inscrito dentro de una forma rectangular,
que representa el espacio sagrado y a partir de los ejes cardinales se suelen
sectorizar las partes o regiones internas del círculo-mandala.
Independientemente
de la temática o geometría que represente, las formas concéntricas sugieren una
idea de perfección, de equidistancia con respecto a un centro y de que el
perímetro del círculo evoque el eterno retorno de los ciclos de la naturaleza.
El
mandala como significado es círculo sagrado, y simboliza el centro de todo,
alrededor del cual giran el resto de las cosas. El uso de mandalas ayuda a reducir los
niveles de estrés, la angustia, la ansiedad y el algunos estados de depresión,
además mejora la atención y la memoria y la autoestima, potencia la
concentración e incluso nos hace pensar de forma diferente, encontrando de
forma más rápida y sencilla la solución a los problemas.
Los
mandalas son un símbolo de cómo las cosas van cambiando,
pues un mismo mandala si lo pintaramos dos veces, darían un resultado distinto,
en cuanto a entonación de colores se refiere ya que si bien ayudan con la meditación,
mientras se va creando el dibujo, quien
participa en ello entra en un estado de concentración que lo transporta a
través de su existencia y recrea el estado de origen y equilibrio que le ayuda
a purificarse y cambiar su entorno.
Los
colores se diferencian por su significado: el negro está relacionado con el
misterio, pero también con la muerte y la tristeza, al contrario el blanco es
luz, pureza y perfección.
El
color azul transmite la paz y la tranquilidad, el color verde la felicidad y la
naturaleza, el
color
rojo pasión y energía vital; el color naranja un sentimiento de ternura y
energía, y el
color
violeta la espiritualidad y la transformación, la combinación de ellos te dan
una radiografía en la que se encuentra tu ser y su esencia.
Si
dedicas unos minutos al día a pintar y verás cómo tu mente se concentra mejor
poco a poco, no solo en los mandalas, sino en el resto de actividades
cotidianas, así como que tu sueño será más profundo y el descanso más reparador.
La
observancia de la observancia de como reflejamos nuestro estado psíquico-emocional
es tan fácil como coger un mandala impreso y enfrentarnos desde la meditación o
simplemente la tranquilidad a rellenarlo para luego ver un resultado reflejo.
Ferrán
Aparicio
30 de enero de 2018