Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta AUTOANALISIS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta AUTOANALISIS. Mostrar todas las entradas

martes, 5 de mayo de 2015

ANALIZANDO LOS MIEDOS

Llega un momento en la vida que todos decidimos pararnos porque de alguna forma salta el chip de que debemos parar y hacerlo, sin más, si bien deberíamos practicar de una forma más cotidiana la meditación o al menos la reflexión inmediata ante algo que nos preocupa, alerta o nos inquieta , por decir un ejemplo.

La mayoría de los humanos nos sometemos cada año a un análisis clínico o al menos deberíamos hacerlo, para comprobar el estado de nuestra salud, si bien no accedemos por miedos a enfrentarnos más asiduamente a los síntomas que realmente detectamos y obviamos.

El problema de los análisis es que siempre acojonan un poco, pues se teme lo peor, se sienten miedos, como una respuesta natural ante el peligro, un peligro que no sólo puede afectar a nuestro estado de salud, sino que puede afectar a cuerpo, mente y alma.

Si analizamos el miedo, siempre hay que buscar la temporalidad con la que se relaciona, en el sentido que en su foco puede deberse a algo que pasó, que está sucediendo o que nuestra mente adelanta que puede pasar, si bien es una alerta a tener en cuenta aunque no siempre es real, si es algo que se convierte en obsesión.

Sin embargo analizar y tener miedos es algo positivo y necesario pues siendo un mecanismo humano de defensa, nos permite estar prevenidos con mayor rapidez ante las adversidades.

Es cierto que los miedos compartidos son menos miedosos, la opinión de los demás nos influye para disuadir algo que nos hace desconfiar en sí mismo y aunque no estamos a acostumbrados a pedir opinión sobre nosotros mismos, hasta que nos encontramos ante el abismo del conflicto, la opinión externa refleja como los demás nos perciben y posicionan, y salvo error o excepción es mucho mejor de lo que nosotros nos imaginamos.

El análisis de los miedos lo que nos demuestra son los niveles de los principales indicadores de nuestra personalidad y en cualquier caso de cualquier otra cuestión relacionada con nuestro desarrollo personal y profesional.

Una de las soluciones y terapias que más frutos han dado es cuando se plantean miedos es transformarse en una tercera persona que visualice y contemporice nuestro comportamiento como espectador del actor que somos en la obra que estamos representando, algo así como espectador del teatro de la vida que llevamos en cada momento.

Siendo objetivo y con cierto grado comedido de crítica, pues la perfección no existe, podemos darnos cuenta que a pesar de las circunstancias sólo nos queda el vivir el aquí y el ahora, eso sí analizando nuestros miedos, pues para sustos ya no estamos.
Ferrán Aparicio
5 de mayo de 2015