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miércoles, 15 de julio de 2015

CARACTER INNATO


Muchos profesionales están de acuerdo que hay factores básicos que definen a la persona, entre ellos el carácter, la educación y la ética personal.

Podrían haber muchas más combinaciones como cócteles hay en cualquier bar de moda, pero lo que  no resulta discutible y es que es un factor común el hecho de que todos nacemos con un tipo de temperamento concreto.

Nuestro carácter innato, forma parte de nuestra personalidad, es innato per sé, en cierta forma es heredado salvo error o excepción por cuestiones de ADN  y en general por mucho que nos empeñemos, poco variable.

La diferencia entre carácter y temperamento redunda en que el temperamento es adquirido y en cierta forma sometido a la educación y el aprendizaje, por lo que en función de nuestros mentores podemos llegar a variarlo en el tiempo según el objetivo que pretendamos.

Lo que es cierto es que naciendo con una mente vacía pero llena de ilusión, el carácter innato a lo largo de la vida se va forjando en función del vínculo que tengamos con la adversidad, pues es bien cierto que las adversidades nos hacen más fuertes fomentando y marcando el carácter con el que hemos nacido.

Aunque no es una experiencia agradable convivir con la adversidad, es bien cierto  que un carácter maduro y pragmático sólo es posible construirlo a base de adversidades y sobre todo aceptando que la vida misma está llena de ellas  y el que no haya comulgado con ruedas de molinos que tire la primera piedra.

Es bien cierto que cuando a todo el mundo se nos presenta un problema, lo inadecuado es mirar a otro lado, actitud de moda en nuestra sociedad, pues la adversidad convive con nosotros hasta que racionalizamos el hecho de enfrentarnos a ella o abortarla como irresoluble.

La  incomodidad de forjar un carácter pasa por plantearte que los problemas los vas a tener si o si, y es entonces cuando tienes que plantearte que o los vences o te vencen y es así como se va forjando ese carácter innato con el que de alguna forma nacimos derivando a nuestra propia personalidad.

Sin embargo y con los tiempos que corren, no nos queda otra que luchar contra la adversidad pero de una forma diligente sabiendo que lo que más nos va equilibrar emocionalmente es  saber lo que somos capaces de conseguir con nuestra consciencia y entrenamiento que lo que  innatamente hemos nacido.

El carácter innato y forjado demuestra que somos capaces de aguantar las situaciones que no controlamos pero la perseverancia en el camino es lo que nos permite aprehender, aguantar y resistir porque en definitiva el que resiste gana, con lo que les animo a planteárselo pues es más llevadero cuando menos años se tiene.

                                                     Ferrán Aparicio

                                                15 de julio de 2015