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martes, 20 de diciembre de 2016

VIAJES INEDITOS,.., CIUDADES INVISIBLES



Después de haber llegado de un viaje maravilloso, solo me queda que expresar desde el corazón aquello que decía mi querido amigo, tocayo y admirado Fernando Pessoa: "La vida es lo que hacemos de ella. Los viajes son los viajeros. Lo que vemos no es lo que vemos, sino lo que somos."
 
Y es que todas las ciudades hermosas deberían tener una ruta ideal para llegar a ellas. Como decía también mi otro amigo imaginario, Italo Calvino en  su libro las ciudades invisibles (Le città invisibili), los viajes son una experiencia para llegar a las ciudades  donde  debería existir una puerta de entrada que dirigiera al viajero hacia el lugar donde posar sus ojos por primera vez. A partir de ahí, el extranjero podría ser libre y sumergirse en las calles, en las atmósferas, en las sombras y en los recovecos encontrados por azar.
 
De esa forma nuestro viaje podría ser fundado en un recuerdo: el del asombro de aquella primera vez, de aquello que desconocía y de una forma mágica  apareció en su presencia. La verdad que ya no es así , si bien se asemeja bastante. Hoy en dia tenemos la posibilidad de adentrarnos en nuestros destinos  a través de los medios de información telemática e informática, pero lo que no podemos sentir, es aquello que no vemos, tocamos o experimentamos a través de nuestros cinco sentidos.
 
Por desgracia, las ciudades modernas se atomizan y ya no queda una única ruta, ni una única puerta, ni un guardián a la entrada que nos guíe. Quedan estaciones, aeropuertos, carreteras... todas iguales en cualquier parte del mundo. Todas diseñadas por el mismo burócrata pragmático y sin alma. Son rutas que nos llevan directamente hasta el hotel donde hemos hecho la reserva y no al corazón de la ciudad. Rutas inhumanas. Pero podemos seguir siendo libres para soñar, para arrojar nuestras maletas encima de la cama y lanzarnos a la calle a encontrar ese lugar que la leyenda dice que nos está esperando. Para perdernos, preguntar y sentir miedo y excitación ante lo desconocido.
 
 
Para terminar viendo la ciudad con la mirada virgen de la niñez, y las personas que han viajado conmigo lo pueden corroborar, llega un momento donde te desinhibes de lo circunstancial, solo tienes hambre de ver y experimentarlo todo, sin miedos ni precauciones.
 Al final da igual donde viajes, pues todas las ciudades son invisibles y son el reflejo de ti mismo en el entorno donde te encuentras, todas las ciudades siguen creciendo y expandiendo en torres imponentes y centros comerciales entre los cuales siempre hay pasadizos que surcan la ciudad, la ciudad invisible,  la persona, el personaje  que lleva dentro, al viajero y al que viaja.
 
Todos los destinos son ciudades, la ciudad de lo grande y lo pequeño, de lo épico y lo íntimo... y además, la ciudad de la noche, la más bella del mundo cuando se marcha el sol, son ciudades invisibles donde no se encuentran ciudades reconocibles.
 
Pero al final de un viaje, lo que queda  es la mezcla de lo moderno y lo tradicional, que hacen que el manido cliché de ciudad real o imaginaria, sea el punto de encuentro entre Occidente y Oriente y  sea una acertada manera de describir la ciudad en pocas palabras, simplemente a través de un viaje, el viaje de tu existencia.
 
 
 
 
 
 
Ferrán Aparicio
20 de diciembre de 2016