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viernes, 25 de agosto de 2017

LO DIFICIL DECIR ADIOS

Me viene a la cabeza un pensamiento de los que denominamos rápidos y que el subconsciente lanza de repente y es el hecho de la dificultad de decir adiós.

La mente  humana, las personas, los personajes que representamos, somos profundamente egoístas y es por ello que nos aferramos a las cosas,…., los bienes, muebles e inmuebles y también a las personas , los amigos , nuestra familia y como no a nuestros padres , aquellos que nos dieron la vida.

Somos egoístas, en el sentido que todo este conjunto de cosas, personas y conceptos, los consideramos como algo propio y algo que nos pertenece,.., y la pura realidad es que esto no es así. Hay leyes de vida, etapas, situaciones y más situaciones, que le dan a cada cosa, persona, padre o madre su tiempo de vida sin que esto sea algo fijo , sino todo lo contrario variable en cada persona y por supuesto en el tiempo.

Si vemos que hemos invertido nuestro tiempo y nuestro esfuerzo en  algo o alguien, desde nuestra propia casa, relaciones de amistad,…, objetos, cuadros, caprichos y cualquier cosa llamada deseo y ya no nos pertenecen, bien por circunstancias, por alejamiento, o porque simplemente no las merecemos es mejor alejarnos de nuestra egoísta idea de propiedad para pasar un tiempo de dolo o duelo y aceptar que fue un placer luchar por aquello que anhelamos, obtuvimos y de alguna forma disfrutamos.

Precisamente porque la vida son ciclos, etapas que iniciar y puertas que cerrar para poder avanzar, como decía Claudio Cuello es importante abandonar el círculo dejarlo atrás,  y volver a empezar de nuevo, por aquello de que mientras hay vida hay esperanza.

El problema inmediato es sacra fuerzas para poder afrontar la situación, sea del tipo que fuere, desde vaciar una casa para venderla a despedirte de un ser querido que ha llegado a su eternidad, por decir un algo o de alguien.

Aunque duela, porque siempre duele despedirnos aquello que circunstancialmente hemos querido, bien sea material o espiritualmente,  a veces es mejor saber decir adiós a ese amor que ya no nos enriquece, o dar por finalizada esa amistad que se basa ya más en el egoísmo que en el altruismo, o simplemente a ese ser querido que nos abandona.

La vida es un continuo fluir donde solo los más valientes logran andar con la felicidad que merecen, aunque socialmente todos la merezcamos, eso sin con perseverancia, plenitud y satisfacción, aunque en ocasiones debamos hacer algún que otro sacrificio por nuestro bien.

De vez en cuando, hay que aquietar, que no parar y plantearnos las dependencias que tenemos pues aunque no todos los días podemos gozar de una felicidad absoluta es importante y debes saber cómo te encuentras, qué sientes, qué te duele y qué te falta. Y hacer un balance de cómo podemos depurar las emociones y  aprehender a ser más optimistas.

En cualquier caso el adiós debe darse con sinceridad, apertura emocional y decisión, es una necesidad de como  comenzar una nueva etapa,  otra oportunidad de ser feliz, como siempre, .., sin más.

Ferrán Aparicio
   25 de Agosto de 2017

sábado, 1 de agosto de 2015

EL DESTINO LLEGA SIN AVISAR


Hace unos días leí un artículo que me llamó bastante la atención, hablaba de como muchas despedidas se producían sin una explicación, a veces  inexistente, a veces injustificada o simplemente impertinentes y poco racionales.

Me llamó mucho la atención en relación a la filosofía  que más me caracteriza en mi propio blog y es el hecho de que las cosas llegan en su justo momento, ni antes ni después y muchas veces por casualidad o causalidad y en el análisis de estos conceptos, me reitero continuamente como si tratara de clasificar cada acontecimiento importante que ocurre en mi vida,  en el sentido si es casualidad o causalidad.

Sin embargo la filosofía del artículo versaba sobre  cuando llegaba el final  de algo o de alguien o simplemente de una etapa de nuestra vida  y eso me hizo que pensar que  si llega el final, ya no hay nada que  hacer; bien porque  desaparece la situación , bien porque desaparecemos de este mundo; bien porque ese alguien ya no pertenece a nuestro mundo o bien porque que hemos llegado al final de una etapa sin retorno  y lo que está claro es que en muchas ocasiones  estos destinos llegan sin avisar.

Es cierto que la dualidad  de los conceptos  de causalidad y casualidad están muy entrelazados y que en cierta forma llegamos a convencernos de que las mejores cosas y acontecimientos  llegan a nuestra vida por casualidad, sin embargo  siempre hay una causalidad por aquello de que presuntamente cada uno tenemos un destino y este llega sin avisar, y como siempre  me sigo preguntando.

Lo que está claro es que no  podemos estar todo el día preguntándonos por qué pasan las cosas, pero sí no perder de vista el arte de la observación, que nos permite ser racionales  y vivir  las situaciones, aunque muchas veces las cosas pasen y no necesitemos saber  su causa  pues no existe una respuesta racional directa que las expliquen.

Si analizamos brevemente por qué y para qué de cuantas cosas nos han pasado en nuestra vida sin actitud victimista, nos daremos cuenta que la estadística media de los datos que analizamos  y manejamos, no tiene una explicación racional, las cosas han pasado porque tenían que pasar; desde nuestra vocación profesional, pasando por nuestra propia familia hasta llegar a nuestra propia vida sentimental, por decir un algo del complejo mundo que tenemos las personas.

Lo que si es cierto que no echamos de menos o pasamos por encima aquellas cosas que nos han pasado y nos hemos involucrado y por su falta de valor o identidad no tienen cabida en ese inventario de acontecimientos que valoramos en función del destino que de alguna forma toda buscamos como humanos que somos que es la eterna felicidad.

La Falta de valor no tiene cabida en la estadística de una vida, que se hace camino al andar y en definitiva se trata de eso de caminar, eso si siempre hacia adelante, pues lo que está claro que el destino llega sin avisar.

                                                          Ferrán Aparicio
                                                       1 de agosto de 2015