DOWNSHIFTING
No es nuevo el hecho de que muchas veces la felicidad está en las pequeñas cosas, esto lo hemos oído y visto en muchas ocasiones de la vida real.
Es algo de lo que hemos hablado ampliamente en nuestros círculos de amigos, familiares y compañeros de trabajo, bien por convicción, bien por desesperación ante un problema puntual y que últimamente esta generando movimientos y filosofías como el Downshifting o el slowfood, transmitiendo una desaceleración general como concepto básico de que no necesitamos grandes cosas, ni grandes lujos para ser felices.
Si a esto le añadimos la situación que estamos viviendo a nivel mundial, nacional o comarcal, en cuanto a crisis económica y crisis de valores, empezamos de una manera natural a ser conscientes, independientemente de estas filosofías, que ni las cosas, ni los lujos, nos van a hacer feliz y disfrutar mas de lo cotidiano, que es lo que realmente importa.
El objetivo real, además de una búsqueda de un equilibrio y tranquilidad espiritual es el reducir nuestra aceleración y buscar comportamientos y vidas más simples para escapar en cierto modo de ese seudo materialismo obsesivo, que la propia sociedad fomenta, dirige y planifica.
Por otra parte está el tema vocacional, esa faceta que nos empuja a unir nuestros espacios de tiempo libre con los del trabajo, es decir a encontrar un mayor equilibrio entre nuestra vida y nuestra realización personal, en lugar de esa obsesión por el consumismo y nuestro éxito personal.
Otro de los razonamientos de estas tendencias, es la justificación de que la mayoría de las cosas que nos pueden gustar son gratis, como es una playa o una montaña, por decirles algo, lo que nos replantea en la conducta de invertir en valores activos emocionalmente hablando de un bajo coste y acoplándonos a vivir con lo que ganamos y dándole otro significado al valor del dinero.
Cuando uno llega a esta situación extrema pero real, llega a la convicción de que los principales motivos para cambiar de estilo de vida y desacelerar nuestro ritmo de vida es el ganar tiempo libre, liberarnos de trabajos forzados , bienes y valores innecesarios, que nos hemos creado o heredado en una sociedad consumista postmoderna.
Muchas veces no elegimos y llegamos a una reflexión, simplemente es porque de alguna manera la vida nos obliga a ello; creándonos un cambio de mentalidad y comportamiento, y en general de un estilo de vida acelerado monótono y en parte absurdo.
Les animo a desacelerar su marcha emocional, pues aunque parezca imposible mas vale aquietar a tiempo que tener que parar, lo que nos llevaría irremediablemente a otro estadio lamentablemente mucho más tranquilo.
Ferran Aparicio
5 de marzo de 2014