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sábado, 20 de febrero de 2016

DUENDE


Hablar del duende es hablar del personaje misterioso que todos tenemos dentro y muchas veces aflora  sin avisar y que normalmente siempre trae consigo algo positivo y creativo, en cualquier campo o aspecto de la vida.

Pero el duende como tal es un  concepto intangible dentro del pensamiento intelectual, pues su racionalidad carece de fundamento, es pura pasión y de alguna manera reflejo de sentimiento.

Normalmente como concepto se asocia a las artes y  se asocia a un estado de expresión que refleja una emoción interior de cierta autenticidad, es como el personaje que nos habla desde el subconsciente y transmite ideas evocadoras de un tema que conscientemente o no, podríamos haber llegado a ellas.

Analizando el tema he descubierto el texto de Federico García Lorca, en  su brillante conferencia titulada "La teoría y la Función del Duende", donde  intenta arrojar algo de luz sobre el misterioso e inexplicable tristeza que vive en el corazón de ciertas obras de arte, donde el duende es el poder  y no la obra.

Simplemente transcribiendo algún párrafo de este ensayo se capta el anima del duende mostrando la relación entre el arte y verdad, entre ética y estética, sin más: "Todas las artes son capaces de duende pero donde encuentra más campo es en la música, en la danza y en la poesía hablada, ya que éstas necesitan un cuerpo vivo que interprete, porque son formas que nacen y mueren de modo perpetuo y alzan sus contornos sobre un presente exacto"

Sin embargo el duende como tal es un estilo vivo, esa forma lógica de hacer las cosas que aparece de nuevo y no se repite nunca, quizás porque nosotros no somos siempre los mismos y vamos mutando y evolucionando como un tránsito del alma en el que el personaje que exteriorizamos refleja la voz del arte, la voz del amor y en su esencia, el de la muerte que se nos aproxima.
El origen del término duende viene del espíritu de la evocación y de todos es conocido bien como conocedores bien como espectadores que viene desde el interior como una respuesta física y emocional de un acto de alguna forma expresivo.

Pero la estética del duende no entiende de palos,  ni de personas, ni de educación, incluso de clases sociales,.., y aunque habitualmente se le ha asociado al flamenco en cualquier expresión representa  el espíritu de la energía que ayuda al artista a ver las limitaciones de la inteligencia ayudando al artista a crear y comunicar  lo más  espontáneo de nosotros mismos sin ningún tipo de esfuerzo y de alguna manera consciencia.

Les animo como siempre a despertar a su duende como símbolo de ese poder misterioso que todos sentimos y tenemos y ningún filósofo puede explicar y racionalizar , pero como las brujas haberlas,…, hailas.

                                                          Ferrán Aparicio
                                                   20 de febrero de 2016