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martes, 1 de septiembre de 2015

IMPENSABLE


Hay cosas que  por sí mismas son impensables y que entrañan la idea de no pensar tanto y disfrutar la vida, como lo es al mismo tiempo, el que no pase nada si no hacemos nada.

Muchos son los teoremas , teorías , dogmas y reglas de fe y  espiritualidad que nos avocan a un estado de meditación profunda que en el fondo resultan impensables,  en cuanto que por mucho que pretendan ayudarnos y enseñarnos a cambiar la perspectiva de la vida, la vida al final es como es, para cada persona o para cada sociedad, pues resulta evidente que las personas, las cosas, las circunstancias y tantos y tantos componentes  que llegan a nuestra vida;  no llegan por casualidad, de la misma forma que usted que está leyendo este blog, tampoco lo ha hecho por casualidad y resulta impensable, pues esta situación que se lo demuestra.

Es cierto que dicen los gurús de la espiritualidad y el esoterismo, que nadie llega a nuestra vida por casualidad y cuando llega es para aprender o hacernos aprehender de cada situación, especialmente cuando haces una retrospección en tu vida y analizas la sucesión de etapas, hechos y acontecimientos que han ido componiendo ese conjunto que llama: vivir.

De la misma forma por mucho que nos sintamos libres o al menos lo intentemos,  aceptamos  que nada de lo que sucede o ha sucedido podía haber sucedido de otra forma , pues la vida es una carrera  de sucesos que siempre funciona hacia adelante, aunque nuestra mente y  nuestro ego se resistan a aceptarlo.

Cada uno de los acontecimientos, decisiones, evoluciones o involuciones, o simplemente situaciones,  las tomamos por  muy impensables que resulten, por un algo que no acabamos de racionalizar y que en el fondo vuelven a rozar la falta de casualidad y simplemente aceptamos que aunque cada cosa tiene su momento  en la vida, vamos creciendo como personas en un camino impensable e indefinido cuyo único final todos sabemos en el fondo cual es.

De lo impensable sólo nos queda pensar que es un aprendizaje aprovechable  desde una actitud positiva, pues lo que al final sucede, es que te rindes y que por mucho madrugar no amanece más temprano y al final cualquier momento es bueno para que las cosas vayan comenzando, ni antes ni después, sino simplemente de una forma impensable en su momento, lo que en el fondo nos da cierta tranquilidad para empezar a tomarnos la vida con más tranquilidad y disfrutar de cada momento.

Es cierto que lo que resulta mucho más aceptado y racional, es  que no es impensable, que cuando algo termina, termina y no por intentar alargar más una situación vamos a poder virar el sentido del camino, pues sin esas cosas inoportunas de la vida que se te presentan y uno improvisa, el lugar que ocupa es el mismo.

Al final lo impensable se reduce  después de tanta racionalidad a aplicar el principio de dejarse llevar, eso si de una forma responsable, dejando que las cosas y las personas que aparecen en tu vida, por muy impensables que resulten, sean las que tú has necesitado en tu vida.

                                                          

                                                               Ferrán Aparicio
                                                      1 de septiembre de 2015

lunes, 20 de abril de 2015

CUESTION DE SEGUNDOS


 

Todo el mundo y he dicho todo el mundo, hemos sido conscientes hace unas semanas de cómo durante unos segundos, una vida humana puede acabar, sin más.

Siempre hemos oído, leído, incluso sentido que todos tenemos un destino, incluso lo importante que resultaba estar en el sitio adecuado y en el momento adecuado, sin embargo hay hechos que todavía lo ponen más de manifiesto.
La cuestión de fondo es la sensación que nos produce cuando nos ponemos en la piel de los demás e imaginamos encontrarnos en  esa cuestión de segundos, incluso sentir  como puede llegar a pasar una vida por delante, si bien con esto mito, nadie ha vuelto para contarlo.

Prepararse para el impacto del fin es una tragedia en la que nadie estamos preparados, aunque la vida nos pille por sorpresa en aquello de que la vida se acaba.

Es  cierto que si llegara el momento sabríamos  cómo reaccionar como humanos que somos y lo más similar es la acción de  cuando nos comunican  que alguien cercano o no tanto sufre una enfermedad terminal, inmediatamente nos planteamos en cuestión de segundos al ponernos en su lugar, esa lista de cosas que nos hubiese gustado hacer antes de morir y en esas cosas que queremos hacer en vida y postergarnos pensando inconscientemente que íbamos a ser eternos.

Al contrario o en cualquier caso de otra forma nos plantearíamos aquello de quienes somos, que hemos disfrutado, que tenemos y no hemos valorado, pero sobretodo no cabe duda que nos plantearíamos el tiempo  que  desperdiciamos en cosas  que no importaban con gente que si importan.

Cuando el tiempo va pasando somos conscientes  de alguna forma que el camino va avanzando.

Nuestro cuerpo empieza a evolucionar en el tiempo manifestando cierto rechazo a la lozanía, que salvo error o excepción se manifiesta con arrugas y canas, barrigas y decaimientos y en general una desaceleración vital, que seudo reconocemos un día cuando nos miramos al espejo y caemos en la cuenta de que el tiempo ha pasado y aunque ya lo sabíamos con antelación lo hemos obviado de una forma ingenua  y  aunque en general nos hemos estado preparando toda la vida por aquello que después de nacer lo siguiente es vivir para finalmente morir, lo seguimos obviando en la cotidianidad del día a día, por muy real e inamovible que sea el argumento.

La vida es un pasar y nadie somos eternos, pero en cualquier caso les animo como me he animado yo a reflexionar y conectar esos dos puntos el de la reflexión y el de la realidad, del aquí y ahora, pues lo que resulta evidente es que nadie somos adivinos de nuestro destino, salvo error u excepción y en definitiva todo puede cambiar en cuestión de segundos.

 

                                                         Ferrán Aparicio

                                                      20 de Abril de 2015