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viernes, 15 de julio de 2016

PARTIDA DE POKER

El otro día viendo unas imágenes de televisión, me resonó una frase que me llamó profundamente la atención. “la partida de cartas,…, no está acabada,…, como la vida misma”, frase que me hizo reflexionar por aquello que te toca doblemente la moral.

Nunca me ha gustado jugar a las cartas ni a juegos de azar, bien por que acepto honestamente el hecho tanto de perder como ganar, bien porque no me gustan los juegos de azar por tener una mentalidad pragmática y racional fruto de mi formación y haber estudiado estadística, y llegar a darte cuenta que el conjunto inverosímil de posibilidades que tiene cualquier combinación matemática es prácticamente ilimitado en función de las variables que entren en juego.

Más chocante es la lapidaria frase que se le atribuye a Willian Shakespeare que decía “ El destino es que baraja las cartas, pero somos nosotros las que jugamos”, y la verdad es que no le faltaba razón, pues en un juego y en la vida mismas hay acciones inmediata en función de una combinación de buenas o malas cartas , pero somos nosotros los que manejamos la combinación de posibilidades de acción y reacción para salir mas o menos victoriosos de la partida.

Las personas somos lo que somos y lo que creemos, sin embargo no podemos evitar tropezarnos con la palabra destino. La palabra destino como tal es algo intimidante en cuanto que nos conecta de una forma trascendental con algo más allá de nosotros mismos y de nuestro control de nuestra vida.

La pura verdad y de una forma confidencial puedo atreverme a decir que no sé si el destino existe o no existe, pero lo que si puedo afirmar es que el camino de la vida está llena de una sucesión de hechos y situaciones que son como una partida de cartas, en la que siempre confiamos en obtener el comodín que nos permita sustituir el elemento que nos falta para completar una situación que nos afecta en mayor o menor medida.

Si existe o no existe el destino, es algo difícil de explicar, pero lo que muchos si sentimos es que sentimos una fuerza interior y exterior que nos va moviendo, sin aparentes signos de firmeza y nos hace estar en cada situación en su justo momento, ni antes ni después, ni a favor ni en contra, siempre en su justo momento y con su justa intensidad.

Es bien cierto que en esa partida de cartas que todos jugamos, sí o sí, cuando llegamos a esta vida, el destino entendido no como una especie de certeza de lo que va a suceder en el futuro sino como una capacidad de reacción ante el momento que vivimos que ya no existe; el destino nos puede dar unas determinadas cartas, pero lo que hagamos con ellas es cosa nuestra y de ahí depende lo que puede suceder en el plano más amplio de la vida y del devenir de ésta.

Nosotros, cada uno de nosotros, somos los que jugamos la partida y como buenos jugadores de cartas debemos saber y entender que el ganar o perder, no depende tanto de las cartas que te han tocado sino de tu habilidad de jugar con ellas.

Ferrán Aparicio
15 de julio de 2016

viernes, 10 de junio de 2016

INHABILIDADES E INCOMPATIBILIDADES

La pura realidad es que cada día aprendemos algo de lo que vemos, sentimos o escuchamos y por supuesto leemos , aunque dicen los expertos que de esto último, sólo nos queda el diez por cien de lo que ejercitamos.

En el momento que vamos a vivir de nuevo los españoles de turno o al menos los que decidan ejercer sus derechos, me llama la atención la disfunción semántica que se produce entre los términos de inhabilidades e incompatibilidades, aunque como siempre depende del sentido con que se diga o simplemente la situación  en que se produzca.

Lo que resulta bien claro es que no es lo mismo ser que parecer, y con estos términos ocurre un poco lo mismo, hay una gran diferencia entre la inhabilidad y la incompatibilidad y además es extensible a muchos aspectos de la vida desde el amor al dolor, pasando por el ser y el estar, por no mencionar el esperar,  simplemente por vocación o dedicación.

La inquietud en la gran diferencia entre ambos términos, la marca el tiempo en el que se sitúan estos términos y un poco en la integridad con la que nos enfrentamos a ellos.

Dicen los expertos jurídicos, como siempre según su leal y buen entender, salvo mejor fundamento basado en derecho que las inhabilidades son situaciones de hecho previo a la elección que impiden a la persona postularse validamente para ostentar una situación , ejercicio o profesión, por decir un algo mientras que las incompatibilidades son situaciones de hecho coetáneas al desarrollo de un aspecto , cualidad o en su caso ejercicio de una actuación, generalizando de una forma simple e intentando que ambos términos nos sirvan para cualquier caso o situación.

Las incompatibilidades como concepto comina a la persona a la incapacidad  de hacer, desempeñar o realizar determinados actos, incluso trabajos sin embargo la inhabilidad es un estado previo a la incompatibilidad que determina que la persona no es hábil para el desarrollo de lo que se propone.

Resulta chocante como todos incluso pensando muy diferente nos damos cuenta de cuantas personas inhábiles e incompatibles estamos rodeados.

La voluntad también diferencia a estos términos en cuanto la incompatibilidad otorga la posibilidad a renunciar a seguir actuando, viviendo, o simplemente trabajando con el fin bien de dar una legalidad a la situación o simplemente  liberarse de algo con lo que no comulgamos. Cosa que no sucede con la inhabilidad, porque una vez una persona se encuentre inhabilitada o se un inhábil no tiene ninguna alternativa para superar tal situación, toda vez que no depende de su voluntad.

Les animo a planteárselo, yo ya lo he hecho y he llegado  a convencerme de cuan equivocados estamos muchas veces con los términos con los que convivimos.
                                                          
                                                                      Ferrán Aparicio
                                                                  10 de Junio de 2016