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sábado, 5 de octubre de 2019

ETERNOS

Siempre hemos pensado que la vida iba a ser eterna, hasta que en un momento nos damos cuenta de lo frágiles que somos. Esto nos pasa especialmente cuando perdemos un ser querido, hacemos una retrospectiva del pasado o simplemente recordamos a gente que ya no está entre nosotros.

La pura realidad es que sabemos conscientemente que eternos no vamos a ser nadie, que estamos de paso, que simplemente crecemos como personas o al menos lo intentamos y aun así cometemos los mismos errores, no priorizamos lo que más podemos disfrutar, dejando para mañana lo que no nos apetece hoy.

Hasta aquí creo que tenemos todos, todo claro, no hay que hacer un master de especialización para entenderlo, sentirlo o simplemente vivirlo.

Sin embargo lo eterno como concepto es muy relativo y lo podemos sentir muy positivamente como a una existencia sin tiempo o fuera del tiempo.

Una de las sensaciones del concepto eterno entre otras muchas, no relacionadas con la inmortalidad, es cuando uno pierde el sentido del tiempo, del movimiento y de la materia, y eso sucede por ejemplo cuando nos sumergimos en un fondo marino y perdemos la línea del horizonte.

En ese momento ya no existe el tiempo, no existe la materia como tal y no existe el movimiento pues como decía Aristóteles son los únicos principios que son eternos, y sin embargo han existido y existirán siempre.

Tenemos la mala costumbre de dejar para luego principios y cosas como pedir perdón, decir te quiero o simplemente decir lo siento, y no somos conscientes de que no somos eternos y somos susceptibles de no llegar a tiempo.

La vida que llevamos nos automatiza material y sentimentalmente y nos hace olvidar del placer de sentimientos gratuitos y placenteros, como es la gratitud de los pequeños detalles y sentimientos.

Tenemos la mala costumbre de dar consejos y juicios de valor sin ser conscientes del poder que pueden tener nuestras palabras, creyendo que lo sabemos todo.

En conclusión pensemos que la eternidad es un concepto relativo y que somos eternos por nosotros mismos en cuanto seamos conscientes de disfrutar cada momento como si fuera el último, sin que la mala costumbre sea la invitada de honor en los días que nos quedan por vivir a partir de hoy.

Ferran Aparicio
5 de Octubre de 2019

lunes, 30 de enero de 2017

BIBLIOTECAS ANDANTES

Si hay algo que en la actualidad cada día me llama más la atención es el flujo de información masivo que recibo cada día y la posibilidad de consulta  que tenemos con los nuevos o ya no tan nuevos medios de comunicación, que si queremos nos puede llegar a convertirnos en bibliotecas andantes.

La vida antes era de alguna forma estática,  en cuanto a posicionamientos y sin darnos cuenta se nos ha vuelto dinámica, en cuanto que podemos cambiar de punto de vista en función de los datos  y razones que vayamos  absorbiendo en un momento, la realidad no se detiene sin dejar que nuestra mente descanse ni un sólo instante, lo cual como siempre, no es cuestión baladí.

Pero el problema surge cuando como bibliotecas andantes, muchas personas somos actualmente incapaces de concentrarnos en un contenido, tendiendo a encadenar un mensaje o concepto tras otro,  sin apenas parar a digerir lo aprendido y sobre todo, sin aplicarlo, lo que muchas veces nos lleva a desvirtuar el significado de los conceptos y situaciones, así  como a no enfocar según nuestros propios principios y valores.

Lo cierto es que resulta  imposible aposentar los nuevos conocimientos si no los llevas a la práctica, si no haces uso de ellos, porque  final tienes la cabeza repleta de conocimientos que no sabes cómo usar.

Pensado fríamente, solo nos queda  que no parar, pero si aquietar nuestros actos y movimientos y comenzar a analizar el problema, donde se encuentra y vaciar de contenidos nuestra biblioteca andante para volver a poner los principios, conceptos y valores en su justo y necesario sitio.

Quizás y como siempre sólo quizás, al final solo se trate de   aprehender a vaciar nuestra mente y cuando la mente está vacía poder aprender nuevas cosas y desde esa vacuidad es más fácil centrarse, algo que podríamos tildar de Feng Shui mental.

Una mente atiborrada de ideas y conocimientos se colapsa y aunque  parezca un contrasentido, lo único que puede hacer es repetir patrones. Para ser creativos se necesitan experiencias reales, vividas, oídas, tocadas, olidas y degustadas. Es en ese estar en el mundo en dónde podemos sorprendernos, interesarnos, sentir la necesidad de introducir cambios. Si sólo vives dentro de tu cabeza, acumulando información, no necesitas cambiar nada.

Lo inteligente y en esa etapa de año nuevo, vida nueva, por colapso de ideas acumuladas solo queda que dejar que nuestro cerebro haga lo que mejor sabe y es clasificar toda esa información, eliminar lo accesorio y procesar lo importante.

Pero no desde lo racional, sino desde procesos inconscientes en los que confiamos que nuestra intuición es tan válida como nuestra razón e incluso más.

Por eso, para hacer cambios, para pensar creativamente, para variar nuestros hábitos, hemos de atrevernos a soltar. Hay que tener el valor de vaciar la mente, de soltar ideas preconcebidas, creencias, prejuicios, juicios y todo aquello que nos aleje del momento presente pues al final de ese vacío vital,  te encuentras a ti mismo, descubriendo que todo lo que querías ser ya lo eres, lo que querías tener ya lo tienes y que la vida se vive a cada instante a tu servicio.
                                                          Ferrán Aparicio

                                                     30 de Enero de 2017