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miércoles, 5 de junio de 2019

KARMA


En la religión budista y en el hinduismo, EL Karma  es la  creencia según la cual toda acción tiene una fuerza dinámica que se expresa e influye en las sucesivas existencias del individuo.

Pero si vamos más allá  podemos considerar que el Karma es el juez de nuestros actos, es la energía transcendente e invisible que se deriva de nuestros comportamientos y que va acumulando consecuencias y pagos conforme a ellos. Las leyes del Karma nos dicen en esencia que las fuerzas que pusimos en movimiento hace diez minutos o hace diez vidas volverán a nosotros.

Desde  un piunto de vista espiritual  el Karma  está Intimamente ligado a las reencarnaciones venideras, se convierte en la energía que usaremos para limpiar el alma hasta que alcancemos la perfección.

Por otra parte y de una manera genérica mientras  que el Karma simboliza la responsabilidad y el pago por nuestras acciones, la reencarnación nos ofrece la oportunidad de seguir avanzando, es algo muy relacionado con el conocimiento y con la consciencia del momento presente en que vivimos.

Para las  religiones dhármicas, el karma es una energía trascendente, ciertamente invisible e inmensurable, que se genera a partir de los actos de las personas, y paralamente  se considera  como un espíritu de justicia y equilibrio.

Generalmente el karma se interpreta como una ley cósmica de retribución, o de causa y efecto y esto se  refiere al concepto de acción entendido como aquello que causa el comienzo del ciclo de causa y efecto.

El karma tiene como concepto base el hecho de que las personas tienen la libertad para elegir entre hacer el bien y el mal, pero tienen que asumir las consecuencias derivadas, si bien en nuestra evolución vital referido a las reencarnaciones, nuestra primera meta es aprender, a través de la experiencia, a ser mejores, lo cual no es cuestión baladí si eres consciente de ello.

El karma se produce cuando el sujeto que ejecuta una acción no se reconoce como la causa de los efectos que esa misma acción produce, sobre todo cuando dichos efectos le son adversos, y al mismo tiempo materializa la idea  de que aquello que sembremos es lo que cosecharemos, tiene  y contiene el efecto boomerang, pues el Karma, al fin y al cabo  es el juez de nuestros actos que nos ayuda a reflexionar sobre nuestras acciones y  sufrimientos.

La vida requiere que participemos de ella, pero también debemos ser conscientes que tenemos la libertad suficiente para que seamos capaces de crear la realidad de la  situación  que conscientemente queremos, pues al fin y al cabo, lo que te niegas a aceptar, te va seguirá ocurriendo, es por ello que la vida es simplemente Karma para los que creemos en la reencarnación y sobre todo en el efecto boomerang tanto positivo como negativa como actitud en la vida.
                                                            Ferrán Aparicio
                                                           5 Junio de 2019

lunes, 1 de agosto de 2016

SIMPLEMENTE DARMA

Darma o Dharma, es una palabra  que en  sánscrito quiere decir “proteger” o  “guardar”. Depende que religión lo introduzca adquiere un significado en el caso del budismo es utilizado para señalar las enseñanzas del buda, mientras que en el hinduismo es interpretado como una buena virtud, acción o deber superior.

Como concepto se refiere a todo aquello que protege o guarda y relaciona el bienestar individual y el colectivo.

Pero el Darma, se ha relacionado siempre con el Karma, palabra mucho más integrada en nuestro lenguaje cotidiano y lo que muchos no intuíamos es que Darma y Karma  trabajan como la ley de la  causa y efecto.

Es la reencarnación o al menos los que creemos en ella, la que explica la rueda de la vida, que tanto el ciclo como la rueda, por su propia forma  se entiende sin principio ni fin, sino como una evolución en el camino y es el karma el que explica  el concepto de la vida como una sucesión continua de vida y muerte.

Todos conocemos de alguna forma, o de alguna anécdota que la ley Karma. Esta se basa en que para cada acción tiene una consecuencia, para cada causa hay un efecto, para cada acción hay una reacción natural y tiene el efecto boomerang en el sentido que por ser parte del ciclo de la vida vuelve a su punto de origen, si no antes,.., después, si no en esta vida,.., en la próxima.

De ahí simplemente Darma en el sentido que toda acción que beneficie al individuo, a quienes lo rodean o a la sociedad generará un buen Karma y buen ciclo de la vida y así de una forma continua en el tiempo  y del No tiempo.

El Darma como característica principal tiene el poder de equilibrar el mal Karma acumulado es como el compensador del balance negativo que cada uno tengamos acumulado y justifica el famoso dicho: haz el bien y no mires a quien, pues al final redunda en nuestro propio bienestar, bien en esta vida,.., bien en la próxima.

Para entender la acción del Darma sobre el Karma, simplemente hay que analizar los efectos de la ley del Karma, que también ha sido  expresada en otras  expresiones como la ley de recurrencia, todo vuelve a ocurrir con sus consecuencias; la famosa ley del Talión, ojo por ojo y diente por diente; la ley de la causa y el efecto, no existe causa sin efecto ni efecto sin causa y por supuesto y evidentemente la ley de la igualdad en cuanto de lo que se da se recibe.

Al final, la experiencia de ser humano implica tener la libre opción de actuar de acuerdo a nuestras virtudes o defectos y el poder está en nuestras manos, pues forjamos el presente y el futuro con nuestras acciones, es por ello que nuestras decisiones y actuaciones independientemente del Karma que tengamos acumulado podemos balancear la cuenta obrando de acuerdo con el   simplemente Darma.

                                                             Ferrán Aparicio

                                                           1 de Agosto de 2016

lunes, 15 de junio de 2015

EXITOS O FRACASOS

Últimamente y con la que ha caído después de estas últimas elecciones, sólo oigo hablar de éxitos o fracasos y la verdad, es que me resuena demasiado como para no reflexionar en voz alta, como siempre.
 
Como todo concepto antagónico, el éxito o el fracaso son conceptos opuestos que dependen de cómo se miren, tienen sus matices.
 
 
No hay éxito sin un fracaso previo, eso está claro y todo su contrario; después de un gran éxito puede haber  también un gran fracaso, al menos por aquello que tenemos los humanos que una vez conseguimos alcanzar aquello que hemos anhelado con gran fuerza y trabajo, deja de interesarnos  y nos perdemos en la inquietud de al menos mantenerlo.
 
Hay gente por el contrario que deja el concepto del éxito asociado al destino de cada persona, a su propio karma y por otra parte hay gente que piensa que el éxito esconde infinitas ventajas respecto al fracaso, ya que cuanto más aciertas más oportunidades tienes de seguir acertando, en la línea de que cuanto más logros conseguimos más accesibles vemos las siguientes metas que nos proponemos y en caso contrario nos aferraríamos a nuestra zona de confort, sin proponemos nuevas inquietudes, ni nuevos campos donde evolucionar o investigar.
 
Es cierto que el éxito en este sentido junto con  la motivación, el compromiso, la perseverancia, el esfuerzo y la constancia,……., menudo coctel, …, este coctel asegura cuanto al menos una mejora continua que no lleva a focalizar mejor el objetivo propuesto; pero también es cierto que gracias al fracaso  no se aprende de los errores pero si de la causa de los errores y como superarlos.
 
Superar un error constituye un éxito y así sucesivamente para llegar a la conclusión que no hay un único camino sino la combinación de muchos factores entre los que se encuentran cada una de las circunstancias que componen nuestra vida, aunque en ocasiones nos despistemos y  el  principal problema no sean las circunstancias sino seamos nosotros mismos.
 
En cualquier caso es evidente que los errores nos sirven para indagar en las causas que los provocaron y para generar aprendizajes de éxito, siendo un reflejo de tus acciones.
 
En definitiva  y en relación al maravilloso coctel que nos puede llevar al éxito o al fracaso, sólo queda pensar en las actitudes y aptitudes que nos pueden llegar a incidir en aquello que nos hemos planteado y que finalmente conformarán nuestras propias circunstancias y nuestro propio destino como parte del presente inmediato y del pasado recién vivido, es decir de este momento.
 
Por lo que les animo a plantearse su propio éxito dentro de sus propias circunstancias, pues lo que está claro que lo que no  hagan ustedes, está claro que no se lo va hacer nadie y simplemente por el principio de acción y reacción, algo obtendremos si al menos nos lo proponemos.
 
Ferrán Aparicio
15 de junio de 2015