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martes, 10 de enero de 2017

UN TRANVÍA LLAMADO, DESEO

Llevo unos días de vacaciones y la verdad , es que no he parado desde que empezó el año. La realidad es que cuando comencé este nuevo año me había propuesto el seleccionar más y mejor mis que haceres diarios, siendo un poco menos efectivo y disfrutar más del “no tiempo”, sin embargo, no paro de hacer cosas que tenía pendiente y vuelvo a planteármelo, como siempre en voz alta y dejando que la mente escriba lo que le vaya  dictando el subconsciente.

Como en la obra de Tennessee Williams, “un tranvía llamado deseo”, la fuerza bruta de la naturaleza es tan poderosa como los prejuicios morales, y es que nunca estamos conformes con nada, tanto si hacemos, como sino  no lo hacemos.

Al final llegamos de una forma natural a una situación de estrés y sentimos que las situaciones nos sobrepasan de alguna manera pues no encontramos la justa manera  de hallar ese estado de tranquilidad natural que no resuene con perjuicios morales.

Cuando revisamos los principios que debemos cambiar para que no se te pase la oportunidad de empezar a cambiar hoy mismo tu vida desde la tranquilidad de tu hogar, te planteas que el orden es uno de los pilares fundamentales.

El orden es un valor que se aprende y nos acompaña para toda la vida. Es bien cierto que  hay quienes son ordenados por naturaleza, pero para otros, el orden es un valor que se debe adquirir, cultivar y administrar.

De cualquier forma, el orden y la organización es indispensable para triunfar en la vida y de sentirnos razonablemente  bien, pues cuando hablamos de orden, no nos referimos solamente a la organización de las cosas materiales en nuestro hogar o espacio de trabajo, sino  también tenemos que ser ordenados en la forma en que conducimos nuestra vida, en la forma de organizar y planificar nuestras ideas y como las expresamos y hasta en nuestra imagen personal, por decir un algo.

Para adquirir este valor es necesario poner en marcha la fuerza de voluntad en pequeños detalles, que en su conjunto, forman hábitos de orden, a través del tranvía llamado deseo. 

Al final el deseo como la pasión constituye  uno de los motores de la vida, y el  mantener las cosas en su lugar hace la vida más fácil y no se pierde el tiempo tratando de buscarlas o en su caso encontrarlas, sea lo que sea, a lo que nos referimos.

Tomarse un tiempo, el justo y necesario, aquietando sin parar el ritmo,  para poner en orden tu vida y tus principios antes de subir al tranvía, quizás sea la fórmula mágica para obtener lo que deseamos, eso sí desde un orden lógico y humano, que no divino, pues llegamos a lo que llegamos .Solo se trata de  ser dueño de tus pensamientos y emociones y recíprocamente y desde la calma, organizar tu orden, como dueño de tu tiempo y de tu vida que eres.

             Ferrán Aparicio
  10 de enero de 2017