Si hay teoremas que todos conocemos y el que se lleva la primacía por excelencia es
el de Pitágoras, un esquema básico que demuestra la analítica racional de la matemática
numérica, pero en el caso del lenguaje verbal el triunfador es la teoría del
estructuralismo lingüístico de Ferdinand de Saussure, padre de la semiótica.
El
lenguaje es el vehículo de la comunicación y el uso de unas palabras u otras
cambia totalmente el mensaje. Más allá del lenguaje no verbal, lo que
diferencia un gran mensaje, de uno normal o, incluso de uno mediocre, es el correcto uso de las palabras.
En
este sentido Ferdinand de Saussure hace referencia al signo lingüístico humano,
el cual analiza en su concepto o significado y su imagen acústica o
significante, por otra parte los significados y significantes que constituyen
los signos configuran el lenguaje, y de ahí el tomar conciencia de la claridad verbal
a la hora de comunicarnos, lo cual no es cuestión baladí.
Parar
Saussure la sincronía que es el fenómeno del lenguaje en un momento dado, junto
a otros paralelos es lo que estructura el lenguaje y no le falta razón desde el
sentido común pues en el lenguaje existen palabras que son mucho más influyentes
que otras, aunque sean sinónimas y en su estructuración y combinación consiguen una claridad verbal o
mejor transmisión del mensaje que queremos transmitir.
La
eficiencia del lenguaje depende de la capacidad para crear un mensaje nítido, y
el uso de determinados términos ayuda de sobremanera en esta tarea.
Las
palabras dependen en su significado, del contexto en que se emiten o pronuncian,
es por ello que si se emiten en el
contexto adecuado se conseguirá el objetivo perseguido de la comunicación.
Este
nuevo movimiento propuso una nueva concepción de los hechos del lenguaje,
considerándolo como un sistema en el cual los diversos elementos ofrecen entre
sí una relación de solidaridad formando una estructura. Y es en este sentido
cuando la claridad verbal se manifiesta como más evidente cuando personalizamos
nuestra expresión utilizando el nombre de la persona a que va dirigida cuando
le estamos hablando, apoya la teoría estructuralista en cuanto la relación entre
emisor y receptor se sienta más identificada y consecuentemente con ello se
preste mayor atención.
Es
bien cierto que a todos nos gusta sentir
que un mensaje va dedicado a nosotros, pero también es cierto que la
comunicación es mucho más fluida cuando entendemos rápidamente por su claridad
verbal el contenido, lo que nos facilita una interacción de repuesta más rápida
y fluida. Hoy en día con la comunicación digital se demuestra este hecho, cuando alguien que no
conocemos nos manda un mensaje le prestamos poca ninguna atención, pues nuestra
capacidad de recepción pone dudas ante lo que se nos pretende comunicar.
Decir que algo es gratis, siempre nos servirá
para llamar la atención, pero debe hacerse con cuidado y explicar las razones
siempre ayuda y la claridad verbal es un arte que nos honra y distingue, por
decir un algo y a la vuelta de la vida,…,
se lo digo por experiencia.
Ferrán
Aparicio
25 de agosto de 2016