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viernes, 10 de julio de 2015

MOVIMIENTO DISCONTINUO


El otro día me dio por intentar ejercer eso que se tilda de meditación, es decir más o menos todos sabemos que es meditar y sólo se trata de partir de un punto de tranquilidad en el que el pensamiento está en blanco o no existe, sin embargo me di cuenta que todo se movía a mi alrededor.

Es evidente que poco medité en el sentido zen del concepto, pero si me di cuenta en un pequeño detalle y es que pocas cosas perduran en el tiempo y que poco tiempo perduran algunas cosas, es decir la inmediatez o la descomposición como concepto general se apodera de las cosas, las situaciones, los objetivos y estrategias y todo ello y mucho más, dentro de un dinamismo formalmente contado por segundo minutos, horas, días, semanas incluso meses,…, por no decir años.

Es bien cierto que la sociedad actual es una sociedad dinámica donde todo anda hacia adelante, lo que acentúa de una manera, la impaciencia frente al devenir natural de las cosas.


Hoy en día gracias a los medios de comunicación, las redes sociales y internet, somos capaces de obtener, componer y ejercitar acciones prácticamente en segundos desde comprar un billete de avión hasta generar una empresa por decir un algo.


Es por ello que cuando caes en la cuenta que tienes un límite infinito de posibilidades y solo se trata de parar para pensar en la serenidad como objetivo a alcanzar frente a las situaciones estresantes, te das cuenta del concepto de movimiento discontinuo.


Es cierto que muchos humanos tenemos múltiples inquietudes y que nuestra cabeza funciona mucho más rápido que nuestro cuerpo, pero también es cierto que este estado de aceleración, no puede llevar a nada bueno pues se pierden muchos detalles en el camino.


La serenidad como concepto es un placer en sí mismo, hablar de lo sereno es hablar de la tranquilidad del estado de plenitud y bienestar en el que la mente se adapta al cuerpo y al ritmo y bioritmo para llevar las cosas de una forma coherente dentro de la racionalidad.


La serenidad dicen los especialistas que es el estado de ánimo que permite regular correctamente la emocionalidad no placentera, enriqueciendo la consciencia y el dominio del ser y su estado de ánimo, pues incluso en las situaciones más desfavorables degenera el sano optimismo que permite centrarse en las oportunidades de la vida, independientemente de las propias limitaciones tanto personales como circunstanciales.


Desde ese estado minimalista que uno anhela cuando las canas empiezan a aflorar, donde todo se reduce a la esencia de las cosas que merecen la pena hablar, sentir incluso vivir, la serenidad permite poner foco en lo que realmente es importante desprendiendo lo innecesario aunque realmente sea más atractivo y acogiéndose a lo perdurable como base de algo que realmente nos importa.


Es cierto que a pesar que la vida es un movimiento continuo, nuestro estado emocional goza de un movimiento discontinuo en el que como en muchos motores determinadas piezas ralentizan el correcto funcionamiento de nuestra vida, es por ello que el papel de la tranquilidad y serenidad es el que nos ayuda aún avanzando de un modo más suave que no lento; pues no es la rapidez la virtud para encontrar el fracaso, la que nos ayuda a cambiar el concepto de intensidad por conexión.


Todos y digo todos gozamos de unos miedos que nos impiden movernos con libertad, sin embargo la intensidad del hacer por hacer y de experimentar sin argumento llega a demostrar que nuestras vida están llenas de dosis de miedos y contrariedades que producen ese movimiento discontinuo que nos desconecta con nuestro correcto movimiento.


También es cierto que no sólo se trata de moverse, desde la quietud también se ejerce el alma y no por movernos y experimentar aprehendemos, sino todo lo contrario sólo lo hacemos cuando ponemos consciencia de ello.


Todos sabemos bien por nuestra experiencia bien por anécdotas de la gente que nos rodea que es mejor experimentar adecuadamente que experimentar mucho si se hace de manera inconsciente.


Sin embargo de todos es conocido y sabido que las personas que mejor muestran su serenidad no siempre son las mejores valoradas o entendidas.


En cualquier caso se puede aceptar que la vida es un conjunto de movimientos continuos y discontinuos, que la velocidad de la vida no siempre es la misma, pero lo que yo al menos he empezado a comprender es que se puede resaltar muchas virtudes deseables en la vida de una persona, pero por encima de todas destaca la serenidad, pues aun rodeados de incertidumbre, complejidad, volatilidad y ambigüedad, es la tuerta en el país de los ciegos.
 
Ferrán Aparicio
10 de Julio de 2015