Hace unos días leí un artículo
que me llamó bastante la atención, hablaba de como muchas despedidas se
producían sin una explicación, a veces
inexistente, a veces injustificada o simplemente impertinentes y poco
racionales.
Me llamó mucho la atención en
relación a la filosofía que más me
caracteriza en mi propio blog y es el hecho de que las cosas llegan en su justo
momento, ni antes ni después y muchas veces por casualidad o causalidad y en el
análisis de estos conceptos, me reitero continuamente como si tratara de
clasificar cada acontecimiento importante que ocurre en mi vida, en el sentido si es casualidad o causalidad.
Sin embargo la filosofía del
artículo versaba sobre cuando llegaba el
final de algo o de alguien o simplemente
de una etapa de nuestra vida y eso me
hizo que pensar que si llega el final,
ya no hay nada que hacer; bien porque desaparece la situación , bien porque desaparecemos
de este mundo; bien porque ese alguien ya no pertenece a nuestro mundo o bien
porque que hemos llegado al final de una etapa sin retorno y lo que está claro es que en muchas
ocasiones estos destinos llegan sin
avisar.
Es cierto que la dualidad de los conceptos de causalidad y casualidad están muy
entrelazados y que en cierta forma llegamos a convencernos de que las mejores
cosas y acontecimientos llegan a nuestra
vida por casualidad, sin embargo siempre
hay una causalidad por aquello de que presuntamente cada uno tenemos un destino
y este llega sin avisar, y como siempre me sigo preguntando.
Lo que está claro es que no podemos estar todo el día preguntándonos por
qué pasan las cosas, pero sí no perder de vista el arte de la observación, que
nos permite ser racionales y vivir las situaciones, aunque muchas veces las
cosas pasen y no necesitemos saber su
causa pues no existe una respuesta
racional directa que las expliquen.
Si analizamos brevemente por
qué y para qué de cuantas cosas nos han pasado en nuestra vida sin actitud
victimista, nos daremos cuenta que la estadística media de los datos que
analizamos y manejamos, no tiene una
explicación racional, las cosas han pasado porque tenían que pasar; desde
nuestra vocación profesional, pasando por nuestra propia familia hasta llegar a
nuestra propia vida sentimental, por decir un algo del complejo mundo que tenemos
las personas.
Lo que si es cierto que no
echamos de menos o pasamos por encima aquellas cosas que nos han pasado y nos
hemos involucrado y por su falta de valor o identidad no tienen cabida en ese
inventario de acontecimientos que valoramos en función del destino que de alguna
forma toda buscamos como humanos que somos que es la eterna felicidad.
La Falta de valor no tiene
cabida en la estadística de una vida, que se hace camino al andar y en
definitiva se trata de eso de caminar, eso si siempre hacia adelante, pues lo
que está claro que el destino llega sin avisar.
Ferrán Aparicio
1 de agosto de 2015