He oído
decir a gente por decir algo, aquello como que es preciso perderse para escuchar. La
verdad es que no estoy muy de acuerdo si bien muchas veces tengo la sensación
que aún perdiéndose o separándose del
mundanal ruido, no se obtiene un absoluto silencio.
El silencio como tal tiene
muchas formas de expresión desde la típica expresión judicial que dice que el
que calla otorga hasta no hay oídos para quien no quiere escuchar, pero lo que sí
que está claro, es que es preciso hacer el silencio en la escucha y en la
mirada para descubrir las formas del silencio.
El silencio puede manifestarse
en muchas variantes y formas desde lo escrito como nota musical que se escucha
hasta la reciproca nota que le sigue y que figura como una pausa, hasta el de
la comunicación no verbal.
En lo formal la propia
respiración nos genera esperas de repuesta en lo que percibimos, mucho más
notables son aquellas en la que decimos me quedé helado con lo que oí,…,
respirar es un hueco en el que el silencio que se percibe internamente en la
expiración.
En ocasiones el silencio se
convierte en una pausa cargada de intención, donde desde el suspirar refleja
bien un descanso o aritmia de nuestro corazón o simplemente capta la atención
de una intención prefijada que puede genera expectativas, sorpresas,…, en
definitiva un montón de situaciones y sentimientos.
La multitud de
interpretaciones que puede tener o representar el silencio es infinita, pero en
general bien responde a las indecisiones
que van cogiendo una forma o una representación y es lo que anuncia su contenido
lo que hace del silencio una efectividad mayor.
Lo que parece tan fácil explicar cómo concepto, es decir el silencio como la
ausencia de sonido y que coincide en cierta forma en cuanto que la palabra
silencio proviene del latín: “ silere”, callar estar callado, demuestra que lo
que calla es la intencionalidad de algo, pues en la escucha del silencio hay
una intencionalidad de escuchar la ausencia de cualquier sonido, incluso de
nuestra propia respiración.
No es fácil expresar esas dicotomías
conceptuales que el concepto de silencio produce en su entendimiento, pero
resulta más fácil comprender que atender al silencio es escuchar lo que usualmente
se nos escapa por exceso de ruido y se nos pasa desapercibido.
Quizás y sólo quizás, con
ruido o con silencio lo importante es centrarnos en lo que nos dicta nuestro intelecto,
como en la música compuesta por sonidos y pausas que armoniosamente expresan un
sonido que se dirige hacia lo que se quiere expresar y en nuestro caso hacer o
escuchar.
Les recomiendo como siempre
aprender a escuchar, no sólo en su vida diaria sino también en su vida interior,
pues se trata de aprehender y no tapiarse los oídos con unos sonidos prefijados
atendiendo simplemente a todos los sonidos que se acallan con la palabra
silencio.
Ferrán Aparicio
10 de agosto de 2015