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domingo, 25 de diciembre de 2016

EL PAVO DE NAVIDAD,..,EL DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR.

Cuando hablo de Navidad, no de natividad,…, natividad del señor , y en mi caso de mi abuela Natividad, que tuvo la suerte de nacer ese día, por allá, corría el año 1908, .., por cierto si estuviera viva , me daría un coscorrón, pues nunca le gustó decir su edad, pero a colación de lo que intento contarles, el día de Navidad me resuena a olor de pavo relleno de mi abuela Natividad.

Cuando hablamos de Navidad, o del día de Navidad , como los Americanos en su día del hablan del 4 de Julio, nosotros los españolitos de a pie hablamos de pavo, como siempre el que puede y quiere, y es lo primero que se nos viene a la mente, en cuanto mencionamos la palabra día de Navidad.

Pero después de haber pasado una temporadita luchando con los palillos chinos, me acuerdo de quien trinchaba el pavo de mi casa, …, en mi casa que era un matriarcado, lo trinchaba mi abuela , no sé si porque era su santo o porque era más hábil con el cuchillo y en el reparto de las apetencias.

Asia, sin embargo es sinónimo de los palillos. Como lo es el pavo es al dia de Navidad, pero de alguna forma lo que intento a través de esta narración es llegar a una conclusión lógica y llena de sentido común, de por qué suceden las cosas.

Los palitos se usan para comer fideos, pero para todas las comidas que se acompañen con arroz, se usa la cuchara. Pero en China, y todos los países donde la marea roja dejó su marca cultural, como Japón, Corea, Taiwán y Vietnam, los palitos se usan para todo tipo de comida. 

Al final todo es cuestión de tradiciones,..,muchos años antes de que en Europa se dejara de comer con las manos para empezar a usar el tenedor, en China ya se había inventado un utensilio para agarrar la comida sin morir en el intento, allá por el Siglo XIII. Con dos palitos de bambú o madera que podían conseguir en cualquier lado, no tenían que tocar la comida y se prevenían varias enfermedades. El uso de la cuchara y el tenedor se fue expandiendo con el tiempo, pero por practicidad, costo y disponibilidad nunca estuvieron cerca de destronar a los palitos.

Al final la rutina crean costumbres , y el sentido común ayuda a planificar nuestras vidas incluso en el día de Navidad, pues al fin y al cabo la diferencia está en que la mayoría de la comida de esta parte de Asia se corta mientras se prepara y se sirve en pedacitos y si tienes un plato de pedacitos de carne y vegetales, no hace falta usar tenedor, y mucho menos cuchillo.

Las costumbres también tiene un significado y es que el cuchillo es visto como un arma, y una mesa no es el lugar para hacer la guerra, por más buena que esté la comida.

Para nosotros, lo peor de comer con palitos es que el jugo o la salsita tan rica de la comida se desperdicia. Los chinos no parecen darle demasiada importancia a esto, y se ríen cuando pedimos que nos tiren un poco de la salsa por arriba del arroz. Salvo para servir la comida de consistencia más líquida, para la que se usa cuchara, por lo general se usan palitos comunales para el resto.

Solo se trata en una u otra cultura de los dos palitos,pero al final es el de abajo es el que se queda quieto y con el de arriba se hace el movimiento,..,lo demás pura tontería.Feliz día de Navidad.

Ferrán Aparicio
25 de Diciembre de 2016

jueves, 15 de diciembre de 2016

MOTIVACIÓN ESCEPTICA

Ya destella y resuena en las calles, la temporada de la magia de la navidad, con el encendido de las luces, los cánticos navideños y demás  parafernalia adherida a estas fiestas de paz y amor y el árbol en el salón.

Para mucha gente es una motivación religiosa la que existe detrás de estas festividades, para otros es una motivación escéptica, pero  en cualquiera de las variantes, que no nos falte un buen pavo al horno y una copita de  cava, eso si, el que pueda  permitírselo , pero el problema que me resuena es cual mi motivación respecto a todo lo que sucede a mi alrededor y de lo cual no puedo pasar página, pues son parte del escenario teatral social de  esta temporada hasta que pase la Epifanía del señor.

La motivación como la pasión son unos de los motores de la vida, todos queremos estar motivados, motivar a alguien o simplemente que nos motiven. Por definición la “motivación” es lo que  explica el inicio, la dirección y el mantenimiento de la acción, de una forma voluntaria incluso entusiasta.

La motivación también tiene carácter entusiasta en cuanto que manifiesta nuestra voluntad, y aunque parece que voluntad y motivación tienen el mismo significado, la realidad es que cuando le añadimos colores, texturas, formas,…, incluso adjetivos que los acompañen, pertenecen a dos enfoques totalmente diferentes.

Las diferencias pensadas en frío y con perspectiva de nuestras propias circunstancias es que la voluntad decide la acción y la motivación  explica de alguna forma el comportamiento.

El problema es que  si no estamos  motivados no ejercemos la acción, lo cual es incierto  y surge la idea de la motivación escéptica, aquella por la que de una forma voluntaria hacemos algo por costumbre sin ir más allá de su sentido o de lo que representa.

Cuántas veces hemos tenido  que oír aquello de que tienes que hacer lo que debes hacer, aunque no tengas ganas, o en su caso no te apetezca, bien de una forma externa o bien nuestro pepito grillo que nos lo recuerda  como mensajero de nuestra propia conciencia, y al final te convences que es mejor estar motivado para hacer o vivir las cosas o situaciones.
Con la Navidad sucede un poco lo mismo, el interés, el ánimo, la energía, favorece su desarrollo independientemente de tu posicionamiento.

Al final el deber es un recurso que entra en juego cuando la motivación desfallece y tan sólo se trata de  motivar, animar, ayudar y estimular el sentimiento de la navidad. Así mismo aunque parezca todo lo contrario, pienso que el deber no es contrario a la libertad, sino un factor imprescindible para libertad y la convivencia justa.

El deber es en definitiva un marco de seguridad que nos salva cuando la motivación no funciona.

Les animo a fomentar la motivación o el entusiasmo navideño, pues aunque no queramos en el teatro de la vida, la escena continua y al final solo se trata de encontrar el sentido a las cosas.

                                                           Ferrán Aparicio      
                                                        15 de Diciembre de 2016



viernes, 25 de diciembre de 2015

LUCES DE NAVIDAD


Hay días en el año que de alguna forma relucen de una forma especial y entre ellos se encuentra el día de Navidad, nos guste o no nos guste.
Desde un punto de vista agnóstico la navidad significaba la celebración del solsticio de invierno en el hemisferio norte, para los cristianos, el nacimiento o pasión del niño Jesús recién nacido, en ambos casos se revive como algo nuevo, pero en ambos siempre hay luces por navidad.

La navidad por sí misma es una época llena de connotaciones pues todos y digo todos, incluso los agnósticos y  muy escépticos de alguna forma hemos tenido que oir resonar campanas, villancicos y ver luces de navidad  en algún momento y es que en nuestro entorno siempre hay algún símbolo que nos recuerda que estamos en Navidad nos guste o no nos guste, la celebremos o no la celebremos.

Y es que resulta  imposible en un ámbito occidental y ya en muchos no tan occidentales donde el arraigo misionero llegó por excelencia, el no poder ser invadido por luces de colores, adornos, árboles de navidad y como no y más al norte hacia el sur, de la invasión de Papa Noel que llegó de repente sin haberlo llamado a nuestras vidas.

La comida, el abeto, el Belén o los adornos son acontecimientos u objetos simbólicos comunes a todas las familias, que sirven para dar sentido a estas fiestas, y cada una los apropia organizándolos a su manera y atribuyéndoles sus propios valores, pero la luz, las velas y otros adornos son los que  participan para dotar a dar una atmósfera mágica.

Las fiestas de navidad siempre tienen la misma secuencia y es que después de haber pasado por una nochebuena en que los excesos han hecho su aparición en la mesa familiar, se llega en pocas horas, la hora de volver a compartir mesa de nuevo con familia bien natural bien política con sus correspondientes intercambios de regalos simplemente por la obligación del calendario y como siempre de una manera rutinaria, lo cual por sí mismo es un exceso, el que se lo pueda permitir, y hasta al  cuerpo humano le llama la atención.

El problema general surge cuando en la mesa nos faltan personas que nos han creado nuestra navidad especial y a las que echamos de menos  y pasamos de ser el personaje estrella a personaje de  segunda generación bien porque hemos accedido a la paternidad , bien porque  disfrutamos de los niños de los demás.

La navidad perdura y perdurará, independientemente del posicionamiento que tenga la sociedad, la familia o el individuo pues como testigo  y muestra heredada de la generación anterior trasciende de su contenido como una etapa más en el sosticio de inviernbo , que queramos o no sucede todos los años.

La magia de la navidad queramos o no queramos nos sirve para unir familias, que con su magia y su luz, nos posiciona ante el mundo y a nosotros mismos ante él y ante nuestra familia, como siempre sin más.

 

                                                             Ferrán Aparicio

                                                    25 de Diciembre de 2015