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miércoles, 30 de marzo de 2016

FUGA DE TALENTOS


Aunque las personas buscamos estabilidad a largo plazo, en nuestro trabajo, la necesidad de beneficios y los cambios demográficos de la fuerza laboral han hecho que la retención talentos sea cada vez más complicada para países como España, donde durante muchos años se ha invertido en la educación de su población.


La fuga de cerebros o fuga de talentos, también denominado internacionalmente como “brain drain”, es la emigración de profesionales y científicos formados universitariamente en su país de origen a otras naciones, impulsados principalmente por la falta de oportunidades de desarrollo de sus áreas de investigación, áreas de trabajo o simplemente por ausencia de oportunidades ante una formación continua y exhaustiva continuada, a la medida del perfil profesional que han adquirido una vez finalizado su carrera universitaria o en general su formación.

La fuga de cerebros en países desarrollados está provocada sobre todo por las posibles deficiencias existentes en el mercado laboral, por la falta de demanda de un determinado puesto de trabajo o por las diferencias salariales entre unos países y otros.

No se debe confundir nunca el término fuga de cerebros con intercambio de cerebros, ya que la fuga de cerebros se produce en un solo sentido, es decir, el país del que se emigra siempre es el mismo, y el intercambio de cerebros se produce en ambos, es decir, un mismo país recibe y pierde trabajadores cualificados.

El problema de todo y del que creo que hay que tomar conciencia es que la fuga de talentos con lleva a que el país de origen, pierda la inversión en educación superior de esa persona, y de la misma forma el capital social del que formaba parte el individuo que se reduce por su partida.

Es cierto que el fenómeno de la fuga de cerebros en España, tiene como posibles causas ámbitos generales, la crisis económica y la falta de perspectivas laborales, pero también es cierto que constituye un tipo de migración internacional selectiva de personas con alto nivel de calificación y de formación técnica, es decir, individuos que han invertido en gran proporción a la formación de capital humano y, en consecuencia, poseen una alta calificación intelectual.

Los flujos migratorios no van a parar de crecer tanto en inmigración como emigración, pero hay que concienciarse que un país invierte en educación como factor de crecimiento de su propio desarrollo y su propia economía y no para ser mano de obra barata para otros que encima ofrecen ocupaciones muy por debajo de su preparación.

La clave está en aplicar como siempre el sentido común para crear un vínculo que estreche al sistema educativo con las oportunidades y características propias del mercado laboral, como siempre sin más.

Ferrán Aparicio
30 de marzo de 2016