Hablar de rutina es
hablar de palabras mayores. Dicen que la creatividad es un motor en la alegría del
vivir y a mí me parece bien cierto.
Es
cierto que a todos en nuestra vida hay cosas que no nos acaban de convencer
desde el trabajo diario que ejercemos, hasta una relación de pareja degradada
que convivimos simplemente por una rutina decepcionante y ambos caso,
aguantamos por no alterar ese hábito de supervivencia adquirido, lo cual es como siempre cuestión baladí.
En
el fondo de nuestros seres todos sabemos aquellas rutinas que no estamos de
acuerdo, bien porque no nos aportan nada
o simplemente una indiferencia absoluta, sin hablar de la toxicidad que nos producen,
bien porque no ejercemos un cambio como siempre por miedos a la incertidumbre
del cambio.
Desde
la tesitura que todo llega en su justo momento, un día llega ese momento en que
te replanteas y dices basta ya de esa rutina decepcionante que no me aporta
nada y en ese momento trágico es cuando por obligación o decepción comenzamos a
recordar toda la rutina que hemos vivido de una forma consciente y automática y
sobre todo regresamos al pasado para intentar recuperar un tiempo que no nos ha
aportado nada.
Todos
y digo todos, hemos vivido con los ojos cerrados ante algún tema o situación en
nuestras vidas es como si no quisiéramos ver lo que está sucediendo en nuestro
propio espacio y miramos hacia otro lado , pero sabemos que un día llegará ese
momento, nuestro momento en el que tenemos que transformar nuestra rutina en
una nueva situación.
Lamentablemente
somos conscientes de esta situación cuando la muerte pasa cerca de nuestras
vidas o perdemos aquellos clavos a veces incluso oxidados aguantan el cuadro de
nuestro retrato.
Dicen
que nunca es tarde cuando la dicha es buena y que para ganar siempre hay que perder, es
parte de la evolución.
Es
por ello que les animo a revisar su rutina diaria en todos sus palos, a efectos
de que cuando llegue ese momento que nos llega a todos y no es la muerte sino
el encontrarnos cara a cara con nosotros mismos y con nuestra vida diaria, no sufran un traumatismo craneal, pues resulta mucho más
práctico ir adaptando nuestra vida a una rutina más gratificante con pequeños
cambios que para todos son asimilables y al fin y al cabo son los que nos
aportan cierta felicidad.
Ferrán Aparicio
10 de diciembre de 2015