No sé si a ustedes
les pasa lo mismo que a mí o es que ejercemos el pasar de la vida de un modo naturalmente diferente que la mayoría
de nuestros amigos y vecinos, pero de la misma forma que pensamos
espontáneamente en una persona y después de mucho tiempo de no haberla visto, nos
la encontramos ese mismo día, fenómeno que nos llama la atención y nos pone los
pelos en cierta manera de punta, existen otras opciones como es el hecho de
haber finalizado el año habiendo cumplido todas o casi todas las metas
materiales, que nos habíamos propuesto.
Quizás el secreto ha sido el potenciar la intuición
como un medio de vida, en el que la alerta diaria iba marcando los ritmos de
los acontecimientos unos relacionados con el mundo material y otros
relacionados con el mundo espiritual, pero en ambos mundos existía una consciencia del acto, la acción o
progresión, bien de una manera planificada, bien de una manera espontánea,
presuntamente dirigida desde el subconsciente, para que cada una de las cosas
que teníamos de alguna forma en mente o en su caso nos hubiésemos propuesto, sucedieran.
En este mismo
discurso y en sentido contrario cuantas veces hemos tenido la
posibilidad de dar un paso a adelante e inconscientemente sabiendo que lo
teníamos que hacer no lo hemos dado hasta que hemos percibido la posibilidad de
hacerlo, de una forma clara y segura.
Al final llegamos a la conclusión de que
estas potencialidades son únicas y todo lo que es único, escapa a la
comprensión de la razón pura; únicamente podemos aprehenderlo mediante la
intuición.
La conciencia como el medio personal e intuitivo del
que disponemos para penetrar en el mundo de las potencialidades únicas de
sentido, la convierte en el instrumento del progreso humano. La conciencia es
ese instrumento del hombre que se enfrenta a la autoridad, a la ley, a la
sociedad y a las demás influencias externas, y descubre algo nuevo detrás de
las antiguas verdades.
Algo tan básico y espontaneo para obtener lo que uno
se propone es abandonar los hábitos
perjudiciales y fomentar el mecanismo de la visualización del acto reflejo; es
decir aquello que nos proponemos o de alguna forma queremos o necesitamos. Quizás para asimilarlo, lo primero que tenemos que hacer es entender
cómo funciona nuestro cerebro.
El
mecanismo que tiene nuestro cerebro para mantenernos motivados a
alcanzar determinadas metas básicas, son de alguna manera irracionales y mecánicas
como la comida y el sexo, que además de satisfacernos y generarnos placer nos
permiten subsistir como persona s en una sociedad que presuntamente avanza a pasos agigantados.
Este
ejemplo nos sirve para extrapolarlo para el resto de las metas básicas que cada
día nos surgen y es que si nos proponemos unas metas que de alguna forma
nos satisfacen incluso nos dan placer al menos de obtenerlas, aunque no sea por
necesidad sino por voluntad, una vez conseguidas y por haber sido capaces
ansiamos sentir de nuevo esa satisfacción.
Es
bien cierto que de una manera consciente o inconsciente la satisfacción como
emoción se produce más intensamente cuando
piensas en la consecución del objetivo que cuando lo consigues.
Por todo el
razonamiento les animo a visualizar, reflexionar, meditar, incluso estudiar desde la consciencia una lista
de cosas que realmente deseen que lleguen a sus vidas, pues llegar antes o después,
llegan y se lo aseguro por experiencia.
Ferrán Aparicio
5 de Febrero de 2016