Hay cosas
que por sí mismas son impensables y que
entrañan la idea de no pensar tanto y disfrutar la vida, como lo es al mismo
tiempo, el que no pase nada si no hacemos nada.
Muchos
son los teoremas , teorías , dogmas y reglas de fe y espiritualidad que nos avocan a un estado de
meditación profunda que en el fondo resultan impensables, en cuanto que por mucho que pretendan ayudarnos
y enseñarnos a cambiar la perspectiva de la vida, la vida al final es como es,
para cada persona o para cada sociedad, pues resulta evidente que las personas,
las cosas, las circunstancias y tantos y tantos componentes que llegan a nuestra vida; no llegan por casualidad, de la misma forma
que usted que está leyendo este blog, tampoco lo ha hecho por casualidad y
resulta impensable, pues esta situación que se lo demuestra.
Es
cierto que dicen los gurús de la espiritualidad y el esoterismo, que nadie
llega a nuestra vida por casualidad y cuando llega es para aprender o hacernos
aprehender de cada situación, especialmente cuando haces una retrospección en tu
vida y analizas la sucesión de etapas, hechos y acontecimientos que han ido
componiendo ese conjunto que llama: vivir.
De
la misma forma por mucho que nos sintamos libres o al menos lo intentemos, aceptamos
que nada de lo que sucede o ha sucedido podía haber sucedido de otra
forma , pues la vida es una carrera de
sucesos que siempre funciona hacia adelante, aunque nuestra mente y nuestro ego se resistan a aceptarlo.
Cada
uno de los acontecimientos, decisiones, evoluciones o involuciones, o
simplemente situaciones, las tomamos
por muy impensables que resulten, por un
algo que no acabamos de racionalizar y que en el fondo vuelven a rozar la falta
de casualidad y simplemente aceptamos que aunque cada cosa tiene su
momento en la vida, vamos creciendo como
personas en un camino impensable e indefinido cuyo único final todos sabemos en
el fondo cual es.
De
lo impensable sólo nos queda pensar que es un aprendizaje aprovechable desde una actitud positiva, pues lo que al
final sucede, es que te rindes y que por mucho madrugar no amanece más temprano
y al final cualquier momento es bueno para que las cosas vayan comenzando, ni
antes ni después, sino simplemente de una forma impensable en su momento, lo
que en el fondo nos da cierta tranquilidad para empezar a tomarnos la vida con
más tranquilidad y disfrutar de cada momento.
Es
cierto que lo que resulta mucho más aceptado y racional, es que no es impensable, que cuando algo termina,
termina y no por intentar alargar más una situación vamos a poder virar el
sentido del camino, pues sin esas cosas inoportunas de la vida que se te
presentan y uno improvisa, el lugar que ocupa es el mismo.
Al
final lo impensable se reduce después de
tanta racionalidad a aplicar el principio de dejarse llevar, eso si de una
forma responsable, dejando que las cosas y las personas que aparecen en tu vida,
por muy impensables que resulten, sean las que tú has necesitado en tu vida.
Ferrán Aparicio
1 de septiembre de 2015