Hace
años leí un artículo de F. Sabater que se titulaba Perder. Si bien la memoria
es caprichosa, el autor hablaba d como con el paso del tiempo todos vamos
perdiendo. Perder es parte de la vida como ser y estar, pensar y sentir o simplemente
comer o beber.
Perdidas
muertes o distancias en el tiempo de amigos, amores y seres queridos. Vuelos muy
queridos y también desconocidos. Proyectos y realidades que se esfumaron dejándonos
dentro un paso que tuvimos que entender
con el paso de los años.
Todas
las perdidas traen cierto dolor, vacios, miedos y sufrimentos,…, porque solo se
siente así cuando lo perdido es algo o alquien profundamente valioso para cada
uno de nosotros.
Cabría
ahora aquí unos cuantos sinónimos de perder: dejar, descuidar, desperdiciar,
extraviar, malgastar, olvidar… Resultan obvias connotaciones negativas de toda
la lista. Se entendería que uno ha tenido que ver con esa pérdida, de la que
debería hacerse responsable y más en el sentido judeocristiano de la culpabilidad.
A mi modesto entender esta es la causa más probable del sufrimiento y quizás
del enganche más insano al drama y a la negatividad. Es uno de nuestros mayores
engaños: hacemos responsables de asuntos que más tienen que ver con las
circunstancias , que son cambiantes, las fronteras y los limites ,.., que con
nuestras acciones y responsabilidades ,
que en definitiva son circunstancias , hechos y razones que no dependen siempre
de nosotros mismos.
Todos
y digo todos, a lo largo de nuestras vidas
perdemos. Hay que decirlo así y aceptarlo como siempre sin más. Forma parte de
la vida humana. También el dolor, el vacio,
el miedo y el proceso hasta asimilarlo. Es así de sencillo.
Como
pragmático de la vida que me considero, se aprehende más del éxito que del
fracaso, porque este te dice una forma correcta de cómo llegar a donde quieres
ir , cuando sabes realmente que es lo que quieres y donde te diriges. El
fracaso por otro lado sólo te dice una forma de no llegar y cuando hay varias acciones
y opciones, no se sabe cuál es la correcta.
Hemos
visto y vivido el éxito y como nos emborrachaba hasta vivir en una nube todo el
tiempo. También hemos visto y conocido el fracaso de cerca y como éste nos
arrastraba por el fango hasta despellejar lo vivo.
Quizás y solo quizás, la receta radique en la
experiencia y en la acción, dentro de un protagonismo ineludible, siendo
conscientes que la dificultad radica en el riesgo que entraña estar en
crecimiento evolutivo y en movimiento constante.
No es lo mismo aprender a través
de treinta años de experiencia que de un año repetido treinta veces, que decía un
proverbio chino, pues las metas y los riesgos son la sal de la vida y solo son
evitables desde la apatía existencial. Al final como decía el poeta…” sufrir también
es vivir. Perder y sufrir también es vivir, pues como el equilibrio estable es
tan desproporcionado como el equilibrio inestable, pues en el fondo todos vivimos sabiendo que perder también
es vivir.
Ferrán Aparicio
1 de Septiembre de 2017