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domingo, 5 de marzo de 2017

RECIPROCIDAD ABSURDA

Llevo una temporada a régimen y no sé si por excesos o defectos, de ejercicio o de no comer, me lo replanteo todo. Y es que si a parte cae en tus manos el libro de Rold Dobelli  “El arte de pensar”, todavía la tarea se hace más ardua, pues  el tema se centra y versa sobre  como proponernos evitar hacer favores o evitar recibir para no tener que dar.

Es bien cierto que de una manera teórica, todos reconocemos que la sociedad se ha reconducido en su tendencia individualista, en donde el protagonismo es de uno mismo; pero también es bien cierto; que las personas somos seres sociales y necesitamos retro alimentarnos en algún momento de la gente que nos rodea , que en principio y al margen de nuestras propias familias, son las que nosotros  elegimos y algunas veces  por error o excepción, no se cumplen las expectativas que nosotros deseamos y acaban en el olvido con fecha de caducidad, por no haber cumplido esa reciprocidad absurda.

Pero lo que también es cierto, es  que de la misma forma que todos aceptamos el teorema de la gravedad como algo que cae por su propio peso, también reconocemos el principio de acción y reacción, por lo que  si queremos ser libres, mejor no deber  nada a nadie, lo cual resulta recíprocamente razonable, pues si evitamos recibir favores o regalos no caemos en el sesgo llamado “dar y recibir”.

Por otra parte es evidente por lo que hemos vivido y sentido o simplemente admirado, en toda la extensión de la palabra, es que las relaciones duraderas, bien sean amorosas, de amistad o incluso profesionales; reconocen el efecto del desequilibrio entre el dar y recibir cuando  se analizan las dádivas, entiendo estas dádivas,  como aquellas cosas que se dan gratuitamente.

Un autor anónimo dijo: “Es una perversión de la inteligencia creer que la razón lo solventa todo", pero corregir sesgos lógicos nos acerca a lo racional y nos hace personas más precisas, más ecuánimes, más eficaces, …, pero quizás y sólo quizás , no más felices, no más plenos, no más fuertes , no más resilientes, pues al final de todo en las relaciones unipersonales la reciprocidad humana es para hablar de los procesos de seducción y de los mecanismos que apuntalan las relaciones duraderas.

Al final uno tiene que seguir el dictado de su corazón y ser de alguna forma paradójico al mismo tiempo y darle la importancia justa a cada acontecimiento entendiendo que no siempre  se cosecha lo que uno siembra, de la misma forma, que unas veces se gana y otras se pierde.

Aunque resulte paradójico, con la llegada del razonamiento apareció también la duda… y muchas veces con la duda, con la incertidumbre… la ansiedad, el sufrimiento e incluso el bloqueo, pero en realidad no todo es verdadero o falso , sino que hay veces que las cosas , los planteamientos , las actitudes y aptitudes son las dos cosas al mismo tiempo, verdadero y falso esa tercera posibilidad de un hibrido que sólo es llevadero sabiendo de su carácter no lógico, sino paradójico de la realidad  de la vida y que sólo se sobrelleva ….viviendo cada momento.

                                                           Ferrán Aparicio

                                                      1 de Marzo de 2017

sábado, 25 de febrero de 2017

QUERERES RECIPROCOS

Cuando hablamos de querer, lo primero que de una forma innata y espontanea nos viene a la cabeza es aquello de que:” querer, es poder”, sin embargo; la vida a todos nos ha demostrado que no siempre funciona como un silogismo automático, y por mucho que queramos no podemos, y recíprocamente podemos y no queremos.

En el caso de las relaciones personales, el tópico resulta  una premisa muy importante y con el paso de los años, te das cuenta que al igual que con el resto de los factores, principios y valores, que hemos ido formado y modelando en nuestra vida, las prioridades existen y el dejar en segundo plano algo o alguien, puede llegar a situaciones que incluso pueden llegar al olvido.

También todos conocemos o hemos oído aquello que suena  como “dicen que la distancia es el olvido, pero yo no concibo esa razón”, pero  si hacemos un balance todos tenemos en el armario cosas, conceptos, lugares y especialmente personas, que hace tiempo que han caído en el olvido, nuestro olvido, de la misma forma  que nosotros mismos, lo somos para otras personas.

Generalizando podríamos llegar a decir que lo que las personas  hacemos es movernos en función del valor que le damos a lo que nos rodea, si es que nos rodea algo o alguien. Muy diferente puede ser aquello, de que: “por tu interés te quiero Andrés”, pero lo cierto es que al margen de la alevosía interesada, estamos las personas, como seres.

Al final la vida es un simple juego donde si las reglas son limpias , los quereres llegan a ser recíprocos, en caso contrario empezamos a jugar para ganar , y de ahí al menos de conseguir lo que buscamos;  deberíamos ser valorados por lo que somos o hemos sido y no por lo que valemos o interesamos.

No es agradable para nadie  entrar en el trance de sentirse plato de segunda mesa, todo lo contrario suele ser doloroso y decepcionante, verte arrollado al horizonte de la oscuridad, sin embargo es positivo reaccionar y saber posicionarte en la oscuridad, pues llegado el punto en que uno asimila cuál es su situación, su momento y su relación, la reciprocidad se convierte en  inestabilidad.

Suele ser frustrante esta situación, pero es más saludable a la larga solucionar ese desequilibrio que seguir manteniéndolo: al fin y al cabo la unión de dos personas es un contrato, en el cual dar es gratificante, pero recibir también es necesario.

Al final cuando existe la duda es cuando uno analiza la reciprocidad del querer y es que tener quereres recíprocos no es algo fácil y duradero , parece que tiene fecha de caducidad, como muchos productos frescos, al final solo se trata de analizar cuál es el orden de nuestras prioridades y saber si es reciproco en el querer.

Resulta importante cultivar relaciones honestas  y reciprocas que permitan mantener una autoestima equilibrada y nos dejen retroalimentarnos de las pequeñas cosas de los dos, pues con las cosas del querer, no se juega.

                                Ferrán Aparicio
                           25 de Febrero de 2017