Me viene a la mente
esa reacción natural que tenemos las personas cuando se nos presenta un problema,
cuestión que no es baladí ni agradable, pero lo es también nuestra reacción a cómo
enfrentarnos en el momento.
Todos
perseguimos nuestros sueños, y en ellos no entran los problemas por definición
, pero sin embargo en el camino aparecen, como siempre sin más. Sin embargo
cuando tenemos la sensación de vivir y estar plenamente vivos, no hay
sensación que resulte más satisfactoria
cuando aparecen los problemas por muy complicados
que sean de posicionarnos ante ellos de una manera sencilla.
Hay
personas que centran su vida en la estrategia y esto los convierte en grandes
estrategas, y no hay sensación humana y más comprensible que ser uno mismo, sin
embargo a la vuelta de la vida, uno se convence
que ante problemas complicados sólo caben soluciones sencillas o en su caso
descartar el problema ante la falta de una solución evidente.
Lo
que nos diferencia a los grupos de caracteres humanos, es nuestra reacción ante
los problemas, que tenemos todos y el primero
que no los tenga que tire la primera piedra, como decía mi abuela.
Los
estrategas muchas veces actúan carentes
de elegancia, buscan soluciones agresivas y complicadas que por lo contario, la gente sencilla se
encierran en sí mismos y no son capaces de
visualizar soluciones.
Las
estrategias son buenas pero muy al margen de los problemas que plantean la vida cotidiana sino
como un rumbo en el camino, es por ello que las personas que no diferencia
entre rumbo y estrategia se caracterizan por la complejidad de resolución ante
los problemas cotidianos.
Como
espectadores de lo que acontece en nuestra vida muchas veces concluimos que la razón y el sentido común triunfan ante la complejidad de la sencillez de lo evidente.
Al
final no podemos resolver aquello de lo que no conocemos, simplemente podemos analizarlo, estudiarlo y trabajar en ese mundo
de lo desconocido, pero el final siempre es lo mismo, hacemos bien aquello que
conocemos y nos fortalece.
Al
final solo se trata de resolver problemas
en aquellos temas que constituyen nuestro mundo, pues entrar en otros temas,
sería como perder el tiempo y la
sencillez que nos conlleva aquello que sabemos, el hacer de una forma sencilla
perdiendo la excelencia.
En
cualquier caso la complejidad de la
solución debe estar a la altura de la complejidad del problema, pero no hay que
olvidar que las grandes respuestas a los
problemas complejos vienen de de la sencillez de las respuestas.
Ferrán Aparicio
1 de diciembre de 2015