No
sé si es la llegada de la navidad o que últimamente tengo las hormonas del subconscientes
revueltas, ante este cambio de estación, pero la verdad es que estoy soñando
como un burro y valga la redundancia en
cuanto a cantidad y no a la calidad, pues los sueños que estoy teniendo no
tienen desperdicio.
Ni
estoy preparado para analizar el mundo onírico de Freud, ni tampoco me
parce necesario el hacer una tesis
doctoral de investigación sobre el mundo de los sueños, sino simplemente una
mera reflexión de lo que a todos y todas, nos une esta vivencia común que es la
misma, simplemente un sueño.
El
sentido de este artículo es intentar reflexionar sobre el proceso real que seguimos en nuestros sueños para
liberar todas las emociones atrapadas en
una situación que ocurrió en nuestro pasado, en nuestro presente y en nuestro
futuro, pues como decía Carl Jung, muchas veces la expresión del subconsciente
es algo atemporal y se trata de centrar la idea
de la expresión, en éste caso desde el mundo de los sueños.
Definir
los sueños sería como definir el arco iris personal, cada uno tendríamos una
perspectiva, un fondo, si bien el orden de los colores y de la forma del arco
sería el mismo, independientemente de su inclinación, ángulo y luminosidad.
La
versatilidad de los sueños nos permite
introducirnos en un mundo donde todo es posible, es como la noche fantástica de
la emoción, donde es posible, navegar, volar, reir , cantar, amar y sobre todo
vivir lo que nunca has vivido, morir y volver a nacer al despertar.
Pero
dentro de los sueños también se incluye el mundo de lo premonitorio en el que
determinadas imágenes nos van avanzando el futuro o al menos así lo dicen
algunos científicos.
Otro
reconocido proceso es la creación de sueños, el cual se trata de seleccionar
pensamientos al azar, relacionar los pensamientos con los acontecimientos del día, mezclados
con algunos recuerdos del pasado, en la que caben todo tipo de sentimientos,
personas, lugares, incluso canciones que hemos oído en ese día y en este
conjunto tan amplio como queramos, lo dejamos fluir como si de una batidora o
licuadora imaginaria se tratara y surge nuestro sueño emocional del día.
Una
teoría racional que mezcla las teorías del sueño premonitorio y la del sueño emocional
del día, se basa en que nuestra mente es capaz de organizar el subconsciente,
tanto la información y observaciones como los datos que normalmente descuidamos
o que no le damos importancia en nuestra vida diaria. En otras palabras
nuestra mente inconsciente sabe que
vienen antes de nosotros conscientemente y así organicemos la misma
información. En este sentido somos capaces de liberar las emociones más
intensas tras rastrear las más escondidas
y resistentes emociones que queden en nosotros y provocadas por nuestros propios juicios sobre como nos
comportamos ante esa concreta situación.
Aunque
el paso del recuerdo al sueño, lo realizamos con nuestra propia imagen, al
final solo se trata de aceptar que los sueños ayudan a liberar esos juicios y
culpas, aunque sólo sea con el deseo de volver a despertar.
Ferran Aparicio
30 de diciembre de 2017
Ferran Aparicio
30 de diciembre de 2017