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domingo, 30 de agosto de 2015

VULNERABILIDAD O DEBILIDAD


Llevamos ya un tiempo de una etapa nueva, donde no acabamos de dejarnos de sorprender con los cambios de una sociedad, que pasa de lo alto a lo profundo de una forma radical y sin ninguna racionalidad específica, si bien es bien cierto que todos deseamos aquello que decían nuestros mayores  sobre la paz y prosperidad y el maravilloso estado del bienestar social.

Es cierto que todos los cambios producen ciertos miedos y angustias y en especial a los que se hallan acomodados en su zona de confort, donde no existe mayor cambio admisible que hacer un zapping en su televisión, pero también es cierto que en estas ocasiones donde los que más han presumido, más han carecido y encima  nos invitan a pensar sobre el concepto de la debilidad y la vulnerabilidad.

Tanto la debilidad como la vulnerabilidad e independientemente del contexto donde se puedan matizar implican en cierta forma una negatividad y gozan sin embargo de una poder de la abstracción por estar referidas a algo en concreto desde una visión más amplia, sin embargo en cualquier sociedad se nos educa a todo lo contrario a ser fuertes y sobrevivir en ambientes muy competitivos, superando lo que es visible en nosotros mismos.

Pero pensar en frio sobre la vulnerabilidad es  pensar en un sentimiento de fortaleza, pues en estos tiempos de cambio, ratifica la idea de enfrentarnos a una nueva mentalidad a pesar de no tener la certeza de a dónde vamos o adonde nos dirigimos, si bien implique tener la certeza de que lo  vamos a conseguir, que al menos es superar una debilidad.

Sin embargo la vulnerabilidad lleva implícita dos grandes oportunidades una que refleja la reflexión del propio individuo ante el cambio y otra referida al conjunto de la sociedad como ente pensante en común dentro de una evolución , algo así como la inteligencia social que nos define en cada era.

Es bien cierto que la propia vulnerabilidad nos demuestra nuestra imperfección y nos permite aprehender, como seres humanos que no divinos que somos, pero también es cierto que una sociedad no puede permitir la generalización de la debilidad como estatus de moda, pues todos somos capaces de aprehender y al final de todo en el tiempo nos pone en nuestro sitio, individualmente y socialmente o al menos eso dicen, por decir un algo.

La vulnerabilidad como sentimiento genera incomodidad en cuanto nos permite enfrentarnos con retos  donde podemos mejorar nuestra situación, disminuyendo nuestra debilidad y aumentando nuestra autoconfianza, lo cual ya por sí mismo no es cuestión baladí.

Como siempre desde la comodidad la mejora no es posible pues apalanca, pero sentirnos vulnerables, es como asumir una debilidad evidente que nos hace vernos y ser visibles asumiendo los riesgos que la situación entraña, eso sí sabiendo distinguir entre vulnerabilidad y debilidad.

                                                                Ferrán Aparicio

                                                      30 de agosto de 2015

 

viernes, 10 de julio de 2015

MOVIMIENTO DISCONTINUO


El otro día me dio por intentar ejercer eso que se tilda de meditación, es decir más o menos todos sabemos que es meditar y sólo se trata de partir de un punto de tranquilidad en el que el pensamiento está en blanco o no existe, sin embargo me di cuenta que todo se movía a mi alrededor.

Es evidente que poco medité en el sentido zen del concepto, pero si me di cuenta en un pequeño detalle y es que pocas cosas perduran en el tiempo y que poco tiempo perduran algunas cosas, es decir la inmediatez o la descomposición como concepto general se apodera de las cosas, las situaciones, los objetivos y estrategias y todo ello y mucho más, dentro de un dinamismo formalmente contado por segundo minutos, horas, días, semanas incluso meses,…, por no decir años.

Es bien cierto que la sociedad actual es una sociedad dinámica donde todo anda hacia adelante, lo que acentúa de una manera, la impaciencia frente al devenir natural de las cosas.


Hoy en día gracias a los medios de comunicación, las redes sociales y internet, somos capaces de obtener, componer y ejercitar acciones prácticamente en segundos desde comprar un billete de avión hasta generar una empresa por decir un algo.


Es por ello que cuando caes en la cuenta que tienes un límite infinito de posibilidades y solo se trata de parar para pensar en la serenidad como objetivo a alcanzar frente a las situaciones estresantes, te das cuenta del concepto de movimiento discontinuo.


Es cierto que muchos humanos tenemos múltiples inquietudes y que nuestra cabeza funciona mucho más rápido que nuestro cuerpo, pero también es cierto que este estado de aceleración, no puede llevar a nada bueno pues se pierden muchos detalles en el camino.


La serenidad como concepto es un placer en sí mismo, hablar de lo sereno es hablar de la tranquilidad del estado de plenitud y bienestar en el que la mente se adapta al cuerpo y al ritmo y bioritmo para llevar las cosas de una forma coherente dentro de la racionalidad.


La serenidad dicen los especialistas que es el estado de ánimo que permite regular correctamente la emocionalidad no placentera, enriqueciendo la consciencia y el dominio del ser y su estado de ánimo, pues incluso en las situaciones más desfavorables degenera el sano optimismo que permite centrarse en las oportunidades de la vida, independientemente de las propias limitaciones tanto personales como circunstanciales.


Desde ese estado minimalista que uno anhela cuando las canas empiezan a aflorar, donde todo se reduce a la esencia de las cosas que merecen la pena hablar, sentir incluso vivir, la serenidad permite poner foco en lo que realmente es importante desprendiendo lo innecesario aunque realmente sea más atractivo y acogiéndose a lo perdurable como base de algo que realmente nos importa.


Es cierto que a pesar que la vida es un movimiento continuo, nuestro estado emocional goza de un movimiento discontinuo en el que como en muchos motores determinadas piezas ralentizan el correcto funcionamiento de nuestra vida, es por ello que el papel de la tranquilidad y serenidad es el que nos ayuda aún avanzando de un modo más suave que no lento; pues no es la rapidez la virtud para encontrar el fracaso, la que nos ayuda a cambiar el concepto de intensidad por conexión.


Todos y digo todos gozamos de unos miedos que nos impiden movernos con libertad, sin embargo la intensidad del hacer por hacer y de experimentar sin argumento llega a demostrar que nuestras vida están llenas de dosis de miedos y contrariedades que producen ese movimiento discontinuo que nos desconecta con nuestro correcto movimiento.


También es cierto que no sólo se trata de moverse, desde la quietud también se ejerce el alma y no por movernos y experimentar aprehendemos, sino todo lo contrario sólo lo hacemos cuando ponemos consciencia de ello.


Todos sabemos bien por nuestra experiencia bien por anécdotas de la gente que nos rodea que es mejor experimentar adecuadamente que experimentar mucho si se hace de manera inconsciente.


Sin embargo de todos es conocido y sabido que las personas que mejor muestran su serenidad no siempre son las mejores valoradas o entendidas.


En cualquier caso se puede aceptar que la vida es un conjunto de movimientos continuos y discontinuos, que la velocidad de la vida no siempre es la misma, pero lo que yo al menos he empezado a comprender es que se puede resaltar muchas virtudes deseables en la vida de una persona, pero por encima de todas destaca la serenidad, pues aun rodeados de incertidumbre, complejidad, volatilidad y ambigüedad, es la tuerta en el país de los ciegos.
 
Ferrán Aparicio
10 de Julio de 2015




 

sábado, 20 de junio de 2015

EXPERIENCIA RELATIVA


Todos tenemos claro cuál es el significado  de la experiencia, el problema surge cuando hacemos un análisis exhaustivo de si aprovechamos toda nuestra experiencia  o la tratamos de una forma relativa según nos interesa.

Si buscamos el significado de experiencia, encontraremos definiciones que van desde su raíz etimológica del latín, derivando de experiri, “comprobar”, a actos derivados de la observación, de la participación y de la vivencia de las cosas y actos que nos suceden en la vida,  como nos recuerda la Wikipedia.

Pero lo que coinciden todos los movimientos y filosofías, es que la experiencia es una acumulación de conocimientos y actos que acumulamos , día a día y en el tiempo.

Como humanos que somos no sólo acumulamos las experiencias personales si no tendemos a acumular las ajenas de una forma ficticia, en cuanto las tenemos en cuenta como actos de opinión y vivencia, sin embargo cuando nos planteamos en que consiste en tener experiencia debemos de separar lo vivido, de lo oído y compartido, en cuanto que no es lo mismo cumplir cuarenta años que acumular y repetir cuarenta años en nuestra vida.

La experiencia nos ayuda a ser distintos en cada momento evolutivamente, no somos  iguales que ayer ni lo seremos  mañana, es como un sentimiento en el que vamos acumulando vida diariamente, la diferencia que nos diferencia es el estado de consciencia que tenemos los humanos en nuestra conexión con la esencia de lo más íntimo de nosotros, que es lo que hace la experiencia relativa.

La relatividad viene impuesta por la importancia que le damos cada uno a los objetivos y a sus resultados, si lo que buscamos son resultados perdemos la conexión con nosotros mismos con lo que la consciencia de la experiencia nos hace perder la conexión con lo más íntimo de nosotros mismos.

La relatividad como concepto abstracto sólo es subsanable haciéndonos responsables de la vida que vivimos y acumulando vida comprometidos con la acción en lugar de  de con discursos teóricos que no conducen a nada.

Cuando hablamos de la experiencia compartida, esa que no hemos vivido pero alguien nos la ha contado, no sólo estamos hablando de aquello que hemos acumulado por ejecución sino de aquello que hemos reflexionado porque alguien lo ha compartido con nosotros, de ahí la importancia de aquello que compartir es vivir, por que vivir es una gran experiencia compartida.

Aunque no todo el mundo está dispuesto en compartir, la generosidad nos permite intercambiar los papeles pues el generoso es quien también sabe recibir reconociendo nuestra incapacidad para vivirlo todo.

Acumular años desde la consciencia que existe un intercambio en la experiencia de nuestras vidas es una forma de aceptar la experiencia relativa de cumplir años enriqueciendo tu propia vida, que no es más  distinto que aquello  de decir: cueces o enriqueces.

                                                        Ferrán Aparicio

                                                    15 de Junio de 2015

 

 

 

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