Las
honradas mariquitas
Hay cosas que me siguen causando un cierto escepticismo mental y es que
la sincronicidad sigue apareciendo en mi vida como fenómeno asociado. Ayer
me apareció este cuento, uno de los
muchos que guardo bien por su simpatía, bien por su belleza poetica, anónimo y
la verdad que su contenido no tiene desperdicio y que por supuesto les voy a trasladar
y transcribir rigurosamente.
“Cuenta una extraña
historia que las mariquitas perdonan, pero no olvidan. Según parece, al
principio las mariquitas no tenían sus famosos puntitos negros. Poco antes
todas estuvieron a punto de desaparecer cuando guiadas por el famosísimo Cayus
Insectus, una tormenta inundó el camino por el que viajaban. Las pocas que
sobrevivieron tuvieron que elegir el sustituto de Cayus Insectus, desaparecido
entre las aguas, y decidieron que lo sería quien primero llegara al lago de la
región sur y regresara para describirlo.
Las mariquitas se
lanzaron a la aventura, y poco a poco fueron regresando, contando lo bello que
estaba el lago en aquella época del año, con sus aguas cristalinas, lleno de
flores y hierba fresca en sus orillas. Pero la última de todas ellas tardaba en
llegar. La esperaron hasta 3 días, y cuando regresó, lo hacía cabizbaja y
avergonzada, pues no había llegado a encontrar el lago. Todas criticaron la
torpeza y lentitud de la joven mariquita, y se prepararon para continuar el
viaje al día siguiente.
Siguiendo al nuevo
guía, caminaron toda la mañana hacia el Norte, hasta que al atravesar unas
hierbas espesas y altas, se detuvieron atónitos: ¡frente a ellos estaba el Gran
Lago! y no tenía ni flores, ni hierba, ni aguas cristalinas. Las grandes
lluvias lo habían convertido en una gran charca verdosa rodeada de barro.
Todos comprendieron
al momento la situación, pues al ser arrastrados por el río habían dejado atrás
el lago sin saberlo, y cuantos salieron a buscarlo lo hicieron en dirección
equivocada. Y vieron cómo, salvo aquella tardona mariquita, todos deseaban
tanto convertirse en Gran Guía, que no les había importado mentir para
conseguirlo; e incluso llegaron a comprobar que el nefasto Cayus Insectus había
llegado a aquel puesto de la misma forma.
Así pues la mariquita
tardona, la única en quien de verdad confiaban, se convirtió en Gran Guía. Y
decidieron además que cada vez que una de ellas fuera descubierta engañando,
pintarían un lunar negro en su espalda, para que no pudiera ni borrarlos, ni saber
cuántos tenía. Y desde entonces, cuando una mariquita mira a otra por la
espalda, ya sabe si es de fiar por el número de lunares.
Como las mariquitas,
también las personas pintan lunares en la imagen de los demás cuando no
muestran su honradez. Y basta con tener un sólo lunar negro para dejar de ser
un simple insecto rojo y convertirse en una mariquita. Así que, por grande que
sea el premio, no hagamos que nadie pueda pintarnos ese lunar.”
La
conclusión o a mí me lo parece entre otros conceptos subliminares, inmersos en
la fantasía de las mariquitas, es que las personas pintan lunares en la imagen
de los demás cuando no muestran su honradez y la pura verdad es que como
siempre a la vida misma, no le falta razón.
Ferrán
Aparicio
25
de Abril de 2017
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