Hoy
estoy de guardia con mi madre, que con ochenta y un años, tiene una movilidad
reducida y se lo dedico con gran cariño, pues me identifico esencialmente con
la idea fundamental que transmitía.
Mónica
Lalanda se define en su biografía como
idealista y sobre todo inconformista y transmite que casi todo se puede hacer
mejor y para eso hay que echarle arrojo, valentía, fuerza, ilusión, imaginación
y esfuerzo , principios y valores, con los que me he convivido todos los años
de mi vida y que de momento no pienso abandonar per sé.
Reflexionaba
en su artículo, por la vivencia que había tenido y que todos hemos vivido en
mayor o menor implicación que deshacer
la casa de tus padres, tus abuelos, o cualquier familiar cercano en la escala
de proximidad sanguinea, es el siguiente
escalón a enterrarlos, un duro trago que se hace con una mezcla de ternura,
emoción y tristeza infinita.
Supone
de alguna manera y ante la ausencia de esa persona querida, rescatar recuerdos, encontrar pequeños tesoros
que no recordabas o que ni siquiera sabías que existían, lo mismo que nos pasa
en nuestra casa cuando sacamos un armario o abrimos una cómoda, sin hacer
mención a ese trastero en el que olvidamos aquello que no utilizamos pero ha
sido parte de nuestra vida y por ello lo guardamos.
Cuando
hablamos de los nuestro, hablamos de recuerdos, situaciones y etapas pasadas
que nos vuelven a la memoria y recordamos fielmente como si hubieran acontecido
ayer mismo, pero cuando hablamos de los demás nos acordamos de las virtudes,
trabajos y esfuerzos que dejaron en una caja, una colección de botones que en antaño se reciclaban para nuevos modelos o
simplemente para reponer alguno que con el cambio de botones parecía una nueva
creación.
En
todo este proceso de recordar la caja de botones de nuestras abuelas o de
nuestra propia madre reconoces, personas excepcionales que victimas de una
posguerra , de una situación económica mejor o peor , pero en cualquier caso dificultosa, fueron capaces de desarrollarse
sabiendo o sin saber , pero con un gran sentido común a la vez que práctico y pragmático,
como excelentes economistas que eran
capaces de ahorrar, de dirigir familias numerosas, fantásticas cocineras,
cuidadoras dedicadas, maestras de vida,..,madres, esposas, hijas y mujeres de
gran envergadura.
Vivimos
en una sociedad siempre con prisas, descentrada, incapaz de parar a realizar
tareas sencillas o poco llamativas, hemos dejado de encontrar placer en la
simplicidad de las cosas, vivimos con un pie en la virtualidad de las redes
sociales, pero lo que nadie nos podrá quitar son los recuerdos y la admiración
y agradecimiento a esas personas que nos
labraron como personas y personajes que somos, como siempre, sin más, pero con
gran recuerdo y emoción añadida.
Ferrán
Aparicio
10 de Septiembre de 2018
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