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miércoles, 1 de abril de 2015

Y AHORA A QUÉ ME DEDICO


El otro día cenando con unos amigos, les planteaba, como habíamos cambiado,…, cuantas expectativas se habían ido al traste, como el paso del tiempo nos había más que movido;  nos había exiliado, en busca de otros horizontes sin sentido, que jamás hubiésemos escogido por nuestra propia elección o satisfacción,  después de esa desenfrenada crisis y concluíamos, que  aún había que dar gracias a Dios por como estábamos viviendo, independientemente del vacío existencial que todo este conjunto nos producía.

Sin embargo la  controversia de un simple comentario derivó en un dialogo interesante, partiendo de la idea de crisis, ese  concepto abstracto del que si atendemos a su traducción del griego  como  oportunidad, fuimos divagando sobre las posibilidades que las vidas nos daban, pero con los grifos bancarios cerrados y sin haber previsto el ahorro, para cuando llegara este momento, resultaba bien difícil volver a empezar y pensar a que me dedico yo ahora.

Cualquier cambio es crítico por la incertidumbre que genera, especialmente cuando no es reversible y esto todavía puede ser más traumático, eso lo teníamos todos claro, pero desde el punto de vista positivo generaba un replanteamiento de cómo responder a una pregunta clave como profesional y era: a qué me dedico, algo que damos por supuesto y ni siquiera pensamos en ello y ....., así nos va.

Con el tiempo uno se habitúa como costumbre a ejercer su rutina y vamos dilatando nuestra vida  en el tiempo, la toma de decisiones, pues el problema de fondo es saber a qué nos dedicamos o nos gustaría dedicarnos.

Visto con la perspectiva del tiempo hubiese sido más fácil hacer marcha atrás, como si de un acto mecánico se tratara y empezar en una nueva dirección en el punto que lo habíamos dejado, pero esto en la realidad no es posible.

También es muy cierto que a todos nos han rondado ideas felices, que sin poder explicarlas tácitamente podíamos comprender pero no materializar, bien porque no entraban en nuestra zona de confort, bien porque nuestros medios no alcanzaban la meta de salida para darles el empuje necesario.

Es hora de tomar de decisiones de enfrentarnos a esa pregunta a qué me dedico, independientemente de tu nivel de estudios o de idiomas, porque tomar una decisión es algo que deja de ser complejo, cuando tienes la idea de lo que quieres hacer, pues no hay dinero en el mundo para llenar un vacío que sólo llena tu creatividad, empuje y diligencia.

Está claro que lo que  importa en cualquier caso en cuestión, es dedicar tu tiempo al producto de tu trabajo y es mucho mejor y te define más como profesional, si te gusta lo que haces que por si el contrario, supervives con él; con que les animo a que se replanteen si realmente están haciendo lo que les gusta y lo que les cualifica y califica  como persona o que se pregunten si  realmente están pasando su tiempo, simplemente por pasarlo.
 
Se lo dice uno que se lo está replanteado, por decir un ejemplo andante y parlante.

 

                                                                Ferrán Aparicio
                                                             1 de abril de 2015

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