El
otro día cenando con unos amigos, les planteaba, como habíamos cambiado,…,
cuantas expectativas se habían ido al traste, como el paso del tiempo nos había
más que movido; nos había exiliado, en
busca de otros horizontes sin sentido, que jamás hubiésemos escogido por
nuestra propia elección o satisfacción,
después de esa desenfrenada crisis y concluíamos, que aún había que dar gracias a Dios por como
estábamos viviendo, independientemente del vacío existencial que todo este conjunto
nos producía.
Sin
embargo la controversia de un simple
comentario derivó en un dialogo interesante, partiendo de la idea de crisis,
ese concepto abstracto del que si
atendemos a su traducción del griego
como oportunidad, fuimos
divagando sobre las posibilidades que las vidas nos daban, pero con los grifos
bancarios cerrados y sin haber previsto el ahorro, para cuando llegara este
momento, resultaba bien difícil volver a empezar y pensar a que me dedico yo
ahora.
Cualquier
cambio es crítico por la incertidumbre que genera, especialmente cuando no es
reversible y esto todavía puede ser más traumático, eso lo teníamos todos
claro, pero desde el punto de vista positivo generaba un replanteamiento de
cómo responder a una pregunta clave como profesional y era: a qué me dedico,
algo que damos por supuesto y ni siquiera pensamos en ello y ....., así nos va.
Con
el tiempo uno se habitúa como costumbre a ejercer su rutina y vamos
dilatando nuestra vida en el tiempo, la toma de decisiones, pues el problema de fondo es
saber a qué nos dedicamos o nos gustaría dedicarnos.
Visto
con la perspectiva del tiempo hubiese sido más fácil hacer marcha atrás, como si
de un acto mecánico se tratara y empezar en una nueva dirección en el punto que
lo habíamos dejado, pero esto en la realidad no es posible.
También
es muy cierto que a todos nos han rondado ideas felices, que sin poder explicarlas
tácitamente podíamos comprender pero no materializar, bien porque no entraban
en nuestra zona de confort, bien porque nuestros medios no alcanzaban la meta
de salida para darles el empuje necesario.
Es
hora de tomar de decisiones de enfrentarnos a esa pregunta a qué me dedico, independientemente
de tu nivel de estudios o de idiomas, porque tomar una decisión es algo que
deja de ser complejo, cuando tienes la idea de lo que quieres hacer, pues no
hay dinero en el mundo para llenar un vacío que sólo llena tu creatividad,
empuje y diligencia.
Está
claro que lo que importa en cualquier
caso en cuestión, es dedicar tu tiempo al producto de tu trabajo y es mucho
mejor y te define más como profesional, si te gusta lo que haces que por si el
contrario, supervives con él; con que les animo a que se replanteen si realmente
están haciendo lo que les gusta y lo que les cualifica y califica como persona o que se pregunten si realmente están pasando su
tiempo, simplemente por pasarlo.
Se lo dice uno que se lo está replanteado, por decir un ejemplo andante y parlante.
Se lo dice uno que se lo está replanteado, por decir un ejemplo andante y parlante.
Ferrán Aparicio
1 de abril de 2015
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