EL
SUDOKU DE LA VIDA
Recuerdo con
gran nostalgia un artículo que leí, escrito por Fernando Pascual en el que se decía
que la vida se parece en gran parte al juego de pasatiempos llamado “Sudoku”.
La comparación me hizo pensar como
parece fácil tener que rellenar 9 grupos de 9 casillas, que en vertical y en
horizontal se van desarrollando sin que se repita ningún número ni en filas ni
en columnas. Sin embargo si pensamos hacia atrás nos damos cuenta como en la
vida repetimos números erróneos continuamente ya que nuestro estímulo pregunta-respuesta,
acción-reacción, y tantos otros antónimos nos hacen redireccionar a la hora de
solucionar los distintos problemas y se descubren dificultades no contempladas y sin querer
repetimos el mismo numero en la misma fila y más de una vez hay que tachar
casillas para encontrar la solución de poder encuadrar un número perfecto, lo
que nos hace en cualquier caso volver a empezar casi de cero sin más solución.
El artículo resaltaba la trascendencia
del nacimiento en un ámbito cultural, que determinaba de alguna manera la
paradoja de tener algunas casilla rellenas, impuestas e incluso desde teorías
más avanzadas, la determinación de una tipología de padres, hermanos, una villa, una ciudad,
un año , una década, un idioma,.., en definitiva una cultura y educación
propia, determinaban una solución distinta a este juego, pero coincidía comúnmente que en el centro del crucigrama
siempre existían un montón de casillas vacías donde supuestamente dispondríamos
de libertad para poder rellenarlas una vez habíamos transcendido los conceptos y valores de esa
supuesta cultura adquirida y que podríamos transpolar a una identidad cultural propia que nos hace
que nuestro Sudoku sea nuestro, único y exclusivo.
Y dando un paso en la reflexión ,
el problema de este particular Sudoku, se planteaba en el hecho de que no
existe una vuelta al pasado y una vez rellenada la casilla elegida por el
número o concepto o simplemente por el valor elegido consciente o
inconscientemente, voluntaria o automáticamente, no podremos borrarlo asimilando
el dato equivocado, quedando enmarcada la proyección del presente al futuro
creando una sensación de angustia y cierto miedo, en cuanto una vez cometida
una equivocación, no podemos volver a
rellenar en ocasiones una casilla vacía para llegar a la siguiente sin repetir
el mismo dato ni en la fila ni en la columna.
Sin embargo y normalmente es un
proceso común el que las casillas se van
rellenando y no podemos parar el proceso, como no se puede parar el tiempo y la
existencia y si se para; se acabó el juego, por lo que el planteamiento ante una casilla vacía es como pensar la
identidad de esta casilla sin referentes al futuro y sin posibilidad de
encontrar las tradiciones del lugar desde donde proyectarse o como hacerlo si
la voluntad parece aletargada, cuando no lastimada, ante una decisión
precipitada, lo que lo convierte en un acto consciente.
Os invito a entrar en el juego ,
simplemente planteándoos nueve valores , conceptos o elementos o una mezcla de ellos y que intentéis cuadricularlos por
etapas y en función de vuestra experiencia, vuestra propia identidad reflexiva
y consciente , para cuadrar el Sudoku de la vida , aunque sólo sea por un reto
personal.
Ferran Aparicio
1 de Septiembre de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario