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lunes, 15 de agosto de 2016

SIMPLEMENTE MURPHY

De casi todo el mundo es  conocida la ley de Murphy y es que por aquello de que las bicicletas son para el verano, y es que el verano es propicio no sólo para vivir el concepto de esta ley, espacio de tiempo mítico en el que queremos hacer más cosas que el tiempo nos permite y siempre suceden imprevistos que nos van causando pequeños problemas o simplemente alteraciones de planes que  perturban nuestra tranquilidad cotidiana en el momento menos oportuno.

Es bien cierto que las leyes de Murphy nos advierten desde un principio claramente que “ si algo puede salir mal, saldrá mal”, pero también es cierto con los tiempos que corren y el calor que está haciendo que con mucho humor e ironía y un bañito aunque sea en la bañera con agua fría podemos aceptar ese conjunto de sentencias que se cumplen de forma ineludible, invariablemente y de manera constante.

Lo bien cierto es que para afrontar estos tiempos complicados y calurosos, lo mejor es afrontar cada situación y cada problema cotidiano con una sonrisa y aceptando que dentro de todas las posibilidades nuestros planes pueden variar y no llegar o llegar retasados al puerto deseado, eso sí siempre con una sonrisa.

Sin embargo por aquello de que las bicicletas son para el verano, parece que lo relacionamos con un espacio temporal de ocio en el que no hay ningún placer en no tener  nada que hacer, cuando la realidad es que lo divertido es tener mucho que hacer y no hacer nada.

Al final como humanos que somos e independientemente de la acumulación de tareas obligatorias o voluntarias que tengamos cualquiera puede hacer cualquier cantidad de trabajo, siempre que no sea el trabajo que debería estar haciendo en aquel momento.

Desde punto de vista del pasivo con una inteligencia emocional brillante, cuanto menos haces, menos te saldrá mal y  si no haces nada, no te equivocarás, lo cual ni le afecta ni le inmuta a estas personas tranquilas que disfrutan del verano como un espacio de relax , como siempre , sin más.

Al final simplemente Murphy y muchos más pensadores nos ayudan a plantearnos que no se intentará nada si primero hay que combatir todas las objeciones por aquello de que si quieres algo, algo te costará y salvo error u excepción los ausentes siempre se equivocan.

No hay que olvidar  y ser de alguna manera consciente que muchas veces la pereza a menudo se confunde con paciencia y si supieras qué es lo que estás haciendo, probablemente te aburrirías.

Muchas son las leyes las que rigen en el contexto de nuestra sociedad y están plenamente demostradas pero en definitiva no hay ningún trabajo lo suficientemente sencillo como para que no pueda hacerse mal y todo lo que vale la pena hacer, vale la pena hacerlo en exceso.

                                                             Ferrán Aparicio

                                                       15 de agosto de 2016