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sábado, 5 de noviembre de 2016

MARGEN PARA SOÑAR

En un mundo donde cada vez hay menos margen para soñar, llevar una vida intrascendente es tan sencillo como dejarse arrastrar por la rutina y aceptar que de nuestra existencia no hay que esperar grandes cosas.

Sin embargo hay momentos en la vida de un ser humano que son cruciales, son momentos etapas que nos forjan como personas que seremos, que nos ayudan a superar las crisis personales y también las ajenas, y les hablo de los viajes y los lugares mágicos encontrados y deseados a través de ellos.

La rutina de la vida nos va en cierto forma entumeciendo, solo y digo solo, cuando salimos de nuestra dichosa zona de confort y vemos otros mundos es cuando reconocemos y apreciamos la polaridad de la vida y empezamos a valorar y de alguna manera  entender los principios y valores fundamentales y que todo se complementa desde la salud a la enfermedad como partes de un todo, de una unidad , a la alegría y la tristeza o la luz y la oscuridad, por no hablar del sol y la luna, que cuando uno llega la otra desaparece pero complementarse se complementan con su propia luz.

Los viajes bien sean en solitario, bien en compañía nos regalan la posibilidad de estar preparados para disfrutar no solo de lo que vemos y conocemos en su escala, color y luz natural sino también su percepción, bien por las situaciones que encontramos de culturas y costumbres diferentes, bien en las sensaciones de bienestar, bien porque aprendehendemos de los errores y de los contratiempos, como primer paso para ser felices  incluso, en la adversidad.

Viajar por sí mismo, no es trasladarse físicamente, es un concepto más amplio y sugerente, donde descubrir aquello que nunca hubieses imaginado incluso habiendo visto fotografías de lo que te ha enganchado, pero en cualquier caso tampoco es cuestión de economía es cuestión de perseverar en aquello que estamos convencidos que queremos y de alguna forma nos va a hacer feliz, eso sí con tiempo y rigor para reconocerlos.

Cuando de alguna forma llegas a la conclusión que la vida no vale la pena si uno no es capaz de hacer con ella lo que quiere, es cuando te lanzas a un mundo sin fronteras y sin miedos, pues el miedo es paralizante y desconfiado y siempre encontrarás escusas para mostrar su presencia, en especial ese miedo a lo desconocido que se llama tu destino.

Es bien cierto que michas personas utilizan el viaje como una manera de huir de los problemas, las cosas y las personas, una forma de poner tierra por medio, un intento de olvidar lo que uno no puede ni debe olvidar, pero también es cierto que cuando comprendes el  verdadero sentido del concepto de libertad y de lo  que significa un mundo sin fronteras, encuentras ese margen para soñar que la vida ofrece a todo el mundo y no todo el mundo utiliza y comprende.

El camino de la felicidad es recto y sencillo con que déjese el miedo a los desconocidos en sus casas, que lo mejor está por llegar especialmente si tienen elegido su próximo destino.

                 Ferrán Aparicio
          5 de noviembre de 2016