Todos hemos hablar de los bioritmos, de las costumbres biológicas que adquiere el cuerpo simplemente por costumbre, desde las horas de comida como las horas de sueño, y al final de todo te das cuenta que las personas somos unos animales de costumbres guiadas por nuestra rutina diaria que nos marca y limita nuestras facultades.
Los ritmos circadianos constituyen el reloj biológico humano que regula las funciones fisiológicas del organismo para que sigan un ciclo regular que se repite cada 24 horas, y que coincide con los estados de sueño y vigilia.
Todos sabemos que el sueño y la vigilia están asociados a los estímulos de luz y que el nuestro propio cerebro asocia con una mayor actividad fisiológica mientras que, en la oscuridad.
Cuando dormimos, el organismo humano entra en letargo, la temperatura corporal baja hasta los 35º, disminuye la presión sanguínea y se reduce la secreción de hormonas, o al menos eso nos apercibe la ciencia clínica, si bien el organismo sufre por partida doble, en cuanto por una parte ha de realizar un esfuerzo para permanecer activo en la fase de letargo natural y por otro debe esforzarse para dormir en la fase de descanso.
El cerebro, el tejido más noble de nuestro organismo, donde se procesa nuestra experiencia, nuestras percepciones, nuestros sentimientos y nuestra identidad tiene un funcionamiento electroquímico al igual que el resto de las células del cuerpo, es por ello la importancia de descansar aunque la complejidad de los procesos se incrementa al analizar cada uno de los múltiples actores neuroquímicos implicados, sujetos a infinidad de otras interacciones.
Todo esto explica lo complejo del funcionamiento cerebral, la cantidad ingente de actores involucrados y lo difícil que puede llegar a tratar el funcionamiento del cerebro de forma satisfactoria frente a todas estas variables.
Las personas humanas tenemos las oscilaciones de ciertas variables de tipo biológico en un intervalo temporal regular , lo que constituye el ritmo biológico, si bien el ritmo circadiano esté relacionado con cambios ambientales que también se desarrollan rítmicamente.
Si bien los ritmos circadianos pueden influir en los ciclos de sueño y vigilia, la secreción de hormonas, los hábitos alimenticios y la digestión, la temperatura corporal y otras funciones corporales importantes, lo que es cierto es que nos ayudan a determinar nuestros patrones de sueño.
Reflexionar sobre aspectos tan básico que conocemos en nuestro funcionamiento diario, es tan fácil como investigar en el funcionamiento de nuestro propio cerebro en relación a como nos afectan las cosas en relación a factores como la luz y el sueño , aspectos vitales en nuestra vida diaria.
Ferrán Aparicio
1 de abril de 2020
