Es
cierto y evidente, salvo error u excepción que todas las personas de una
forma consciente o inconsciente, nos marcamos unos objetivos temporales, bien
sean diarios desde que nos levantamos hasta nos acostamos, bien sean semanales
o simplemente mensuales, aunque sólo sea para llegar económicamente a cubrir
nuestras necesidades básicas o bien de una forma emocional y anual para ir creciendo como personas.
Lo que
también es cierto que independientemente de llegar a conseguir nuestros
objetivos y conseguir el éxito que ello supone, lo importante es racionalizar que nada es gratuito y todo tiene
su esfuerzo y sacrificio, incluso en aquellas ocasiones que encontramos
respuestas a nuestras necesidades de una forma gratuita al final acabamos
pagando un precio.
Muchas veces
después de haber pasado las correspondientes penurias que suponen salir de una
zona de confort para conseguir los objetivos marcados que nos hemos planteado;
nos planteamos si ha valido la pena llegado a un punto y no sabemos llegar al
siguiente porque de alguna forma ni nos lo habíamos planteado, lo que nos crea un vacío existencial
independientemente de que hemos llegado al momento con aquello del objetivo
cumplido.
Esto nos
llega a plantearnos si realmente después del éxito viene el fracaso, como
fenómeno posterior al éxito de la autocomplacencia o simplemente la
organización tanto emocional como intelectual es más importante que el talento
para vivir cada día de una forma independiente.
No siempre se
puede saber la dirección ni el rumbo que nos va a llevar la vida; pero si es
bueno plantearse y razonar que querer hacer demasiado puede ser un motivo más
poderoso que la autocomplacencia de perder todo lo conseguido fruto de un
esfuerzo fisico y emocional en un simple momento por aquello de no haber
considerado la posibilidad de que menos es más en muchas ocasiones.
Nadie salvo
muy pocas personas conocen su futuro tanto inmediato como lejano, por lo que no
es fácil saber la trayectoria por la que navegar , pero si tener claro que el
declive puede llegar una vez alcanzado el éxito por una marejada fruto del
espíritu indisciplinado .
Muchos
autores afirman en este sentido que se crece indisciplinadamente cuando se
coloca el crecimiento como objetivo en lugar de como medio para alcanzar los
objetivos cumplidos; sin embargo la adición al éxito y al correspondiente
crecimiento puede desvirtuar las creencias y valores que nos han empujado a
nuestro momento actual y llevarnos al de desconcierto y por ello les animo a
marcar su ritmo de crecimiento, rodearse de talento y reconociendo que menos es
más y mucho más, sobre todo en los
tiempos que corren.
15 de agosto de 2015
Ferrán Aparicio