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martes, 5 de enero de 2016

MARCA BLANCA

Todos y digo todos, hemos oído y nos hemos interesado por el fenómeno de las marcas blancas. Es bien cierto que cuando dependes de una economía controlada lo que intentas es maximizar los resultados con el mínimo coste, es humano y no divino actuar así.

También es cierto que los controles de calidad nos demuestran cada día más como las grandes compañías y las no tan grandes, utilizan una segunda marca con la misma calidad u otra muy parecida en cuanto calidad y contenido para maximizar su producción y es en el análisis de las que organizan la supervisión de estas, las que determinan su calidad y opción de validez en el consumo.

El problema es cuando nos convertimos en exploradores de marcas blancas y somos analizados como estas, nos damos cuenta de la supervivencia mediante el consumo escogido y el empleo ofertado.

De la misma manera que los gurús de las grandes empresas de consumo diseñan estrategias para crear en su producción de marcas blancas, las empresas están recurriendo bajo amenazas legislativas de gran apoyo a crear profesionales baratos, homogéneos y sustituibles en cualquier punto y momento, con la escusa de una crisis que no valora la validez de un trabajo y una formación y sólo depende de la contratación de una supervivencia necesaria blanca para el empresario y con un grado de magia negra para el contratado, que no da más opción sino que trabajar más allá de la supervivencia.

Ni los gobiernos, ni la propia Comunidad Europea, nos apoya a valorarnos, en cuanto que cada día necesitamos más másteres para trabajar, para luego acabar trabajando en un marco blanco, que no nos corresponde a nuestra aptitud ni actitud de esfuerzo y validez.

Es bien cierto que además con las tasa de paro existentes, la experiencia ya no es un grado y muchas veces la edad nos convierte sin valorar principios fundamentales como piezas dirigidas al desguace o al cementerio de elefantes, y es evidente en el caso concreto de los políticos obsoletos con derecho a ser contratados.

Al final la marca blanca en la que nos convertimos y es como siempre sin más, un misil que nos dirige hacia un proyecto personal e intransferible, en el que te la juegas pero te permites el lujo de ser tu dueño y señor de tus decisiones aunque siempre esté, la inquisición de la hacienda pública persiguiéndote, excepto para el cuerpo diplomático de los políticos que siempre y no sé de qué forma juegan a caballo ganador.

Les animo como siempre desde este foro ide@lista, a plantearse antes de que falten las fuerzas, a no ser objeto, ni consumidor de marcas blancas personales o consumibles, pues a lo largo de esta vida, lo que uno se da cuenta es que hacerse valer, haciendo lo que uno es capaz y le gusta, es invertir en uno mismo y no en acomodarse en un sistema blanco y teledirigido por los unos y por los otros.

Ferrán Aparicio
5 de enero de 2016