Vistas de página en total

Mostrando entradas con la etiqueta IMPERTINENTES LADILLAS. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta IMPERTINENTES LADILLAS. Mostrar todas las entradas

lunes, 20 de octubre de 2014

IMPERTINENTES LADILLAS


IMPERTINENTES LADILLAS
Mucho se esta hablando últimamente de gente amoral y de sucesos de corrupción y corruptela, de trafico de influencias y tratos de favor, de amiguetes y amiguismos, pero sin embargo no nos afectan o nos hemos acostumbrado a su toxicidad dañina.

Si nos paramos a pensar en un ambiente más cercano este concepto de toxicidad me recuerda a las impertinentes ladillas que se te pegan a tu cuerpo procedentes de alguien que en principio no está muy limpio o al menos contaminado.

En principio ni las sientes, hasta que te pican y chupan la sangre, creando una contaminación de toxicidad nada positiva. La gente tóxica esta presente en todos los ámbitos de la sociedad en mayor o menor medida, desde compañeros de profesión, compañeros de trabajo, amigos e incluso muchas veces hasta en tu propia familia.

Personalmente y desde la madurez creo que ha llegado el momento de fijarnos un poco y detectarlos, porque como las ladillas pueden ejercer una influencia negativa en nosotros.

Es cierto que toda sociedad, todo ámbito cultural generacional, está compuesto por un variado mundo variopinto de personalidades, de las cuales unas son afines y otras no tanto, unas suman y otras restan por su toxicidad.

La consciencia o deslumbrar una idea o a una persona en un momento claro y clave, es lo que nos ayuda en cualquier caso a evitar el inmovilismo y falta de innovación, pero nuestro principal problema es que no escuchamos para entender sino que escuchamos para contestar.

Ya no se trata de teorizar sino de llevar a la practica aquellas cosas que detectamos; nos molestan y encima nos chupan la sangre.

Sin embargo no porque existan estas ladillas tóxicas debemos tener miedo a interrelacionarnos y a tener poca empatia, se trata de todo lo contrario, de estar prevenidos y observar desde la observancia; que nos suma y que nos resta.

No se trata de no ver, no escuchar y no hablar con nadie ni de nadie, sino de saber distinguir con quien nos estamos tratando sea quien sea, conocerlo, incluso quererlo pero mantener la distancia que corresponda, pues es común en los elementos tóxicos el que no sólo contaminan sino que se apropian de lo que es tuyo, con lo yo personalmente me gusta tener de lejos incluso evitar.

Es cierto que no podemos evitar convivir con este tipo de gente en una sociedad plural y cosmopolita, pero lo que si retrata es de tener claro el concepto y dar ejemplo en nuestro medio al que pertenecemos, detectándolos y dando ejemplo, porque para cambiar a nuestro prójimo debemos reconocer aquello que no funciona en nosotros mismos.

Ferran Aparicio
20 de Octubre de 2014