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lunes, 5 de septiembre de 2016

LA SUERTE DE LA SUERTE

Muchas veces habremos oído de personas a las que les ha tocado la lotería en cualquier sentido de la vida, bien económicamente a través de un juego de azar, bien por la aparición de un acontecimiento inesperado, por la aparición de su media naranja en medio de la nada o cualquier inesperada situación ,acontecimiento , bien material o inmaterial de cualquier índole.

Lo que es bien cierto que aunque nada cae en saco roto, al final con la perspectiva de la vida te das cuenta que la propia vida es un equilibrio en el que la propia vida te va dando y quitando, como si de un estado de equilibrio estático se tratara.

En el caso de alcanzar algo tan ansiado en su vida como ganar dinero sin esfuerzo y llegar a ser millonarios, es bien cierto que muchas vidas han sufrido grandes desequilibrios pues no han sabido controlar sus instintos, convirtiendo lo que, en principio, era una suerte en un infortunio.

Lo mismo sucede con otros acontecimientos como amores, desamores, amistades, obsesiones, bienes materiales e inmateriales, cuando son deseados tienen un denominador común: el deseo desenfrenado de tener y poseer algo que tendría que proveer la máxima felicidad.

Sin embargo no sé por qué razón o circunstancia, siempre pasa algo que tiende a torcerse por aquello de que la perfección no existe o lo imperfecta que es la vida.

De todo el mundo es conocido que el dinero ayuda a la felicidad sólo cuando suple las necesidades básicas del ser humano; mas cuando ya han sido cubiertas, el dinero no aumenta el sentido de felicidad, sino que incluso puede menguarlo.

Al final de ese ciclo en el que el poder del deseo se convierte en el círculo vicioso del deseo insatisfecho sólo queda desear tener salud y años para contarlo con la perspectiva del tiempo, pues los bienes materiales siguen su propio circulo de desear, tener, usar y tirar y lo que queda en medio de ese círculo es la persona.

En realidad, somos producto del modelo consumista que incita al deseo y a la avaricia., sin embargo no tenemos avaricia de salud, cuando a lo mejor fuera del sistema consumista sería nuestro bien más anhelado que no preciado y sino pregúntenle a alguien que se halle en la sala de oncología esperando diagnóstico.

Es bien cierto que la tranquilidad de una relajada situación económica acrecenta la salud aunque sólo sea por la falta de preocupación económica, pero también es cierto que siendo conscientes de las pocas necesidades que podemos llegar a tener salvo las básicas, es la suerte de la suerte.

Al final el deseo de fortuna acumulado durante años se estabiliza por un deseo de suerte en la salud, pues nuestro comportamiento es más reacio a tener bienes materiales que a ser lo más ricos del cementerio.


Ferrán Aparicio
5 de Septiembre de 2016