Cuantas veces estamos bien y
en un segundo empezamos a estar mal , desde un dolor de muelas, a una llamada
telefónica, sin habérnoslo planteado de otra forma hoy estamos aquí y tomando
un vuelo incluso yendo con el sol, en el mismo día podemos estar al otro lado
del atlántico sin que el tiempo hubiera pasado, como si pudiéramos controlar el
tiempo marcha atrás, lo cual es irreal y nos lleva a pensar que no podemos
controlar nuestro destino y no ser susceptibles de sus consecuencias.
No es que esté pesimista ,
ni mucho menos, es que cuando a tu alrededor , ves que sin una molestia le
declaran un cáncer a una persona, o lo que pensábamos que era un simple dolor
puntual de estómago acaba en un cáncer de páncreas , por decir un algo, es entonces
cuando te das cuenta del concepto de lo relativo que es todo en esta
vida. Nos obsesionamos con tener el poder, el control de todo y no nos damos
cuenta que no hay nada que podamos controlar que las cosas suceden unas veces
por una causa y otras casualmente, pero en cualquiera de los casos , nos marcan
la vida.
Está claro que todos hemos oído
aquello de que hay que vivir el momento, el presente, pero muchas veces no
podemos. No queremos o no somos conscientes de que debemos mantener ese
concepto de relatividad ingente como si fuera nuestro reloj , en que cada
minuto pasado es un minuto regalado y por ello es nuestro precioso legado el
poder acumular esos minutos de felicidad que en definitiva no es más que
nuestra experiencia acumulada en el tiempo relativo.
Lo que sucede es que esa
experiencia es individual y absolutamente intransferible, por lo que siente uno
y por mucho que lo quiera contar y compartir es inexpresable al cien por cien y
cuando nos la llevamos, queriendo o sin querer, queda en el olvido.
Después todo y hablando en
alto, voy a hacer una prueba, hoy y sólo
hoy voy a intentar ser positivo en todas mis acciones, voy a sentir el tic-tac
del tiempo, voy a centrarme en el presente, de cada minuto de cada segundo,
como si fuera el último, prestando atención al intelecto de las gentes, a la
belleza del paisaje, al crecimiento de cada planta, a la evolución de cada
trabajo, al sabor de cada cosa, al color que tiene cada objeto y otras tantas y
tantas percepciones que estoy seguro de
que cuando acaba el día , cuando vuelva a pensar en ello y haga un balance,
podré darme cuenta de lo positivo que hay en todo lo que me rodea, y valoraré
desde la consciencia mis propias circunstancias todo lo vivido, en lugar de
vivir amargado en una rutina que me
puede hacer vivir asosegado delante de un árbol que me impide tener la visión
del bosque maravilloso que es la vida y está justo detrás de lo que veo.
Ferrán
Aparicio
15 de Agosto de 2020