También es cierto que en esta vida más vale ser alegre que ser triste, pues es la felicidad la que nos va a llevar al éxito ,pues lo que ya hemos o tenemos superado es el hecho que los éxitos no nos van a generar felicidad sino a ver y disfrutar de objetivos cumplidos.
Los humanos, por humanos que no divinos que somos, nos pasamos la vida poniéndonos metas y objetivos, y una vez superados u obtenidos perdemos cualquier aliciente sobre la energía que hemos invertido, generando de nuevo otros de mayor alcance, tamaño o intensidad.
El síndrome de la
felicidad aplazada lo que nos ayuda a comprender es este proceso, la felicidad
no se genera una vez obtenido lo que queríamos; pues la oportunidad de ser feliz nunca llega al
posponerla ya que lo que no nos damos
cuenta es que la oportunidad siempre la tenemos en cada momento de nuestro
presente y no es cuestión de objetivos, éxitos y otras prebendas cumplidas.
Cuando llegamos muchas
veces a comprender que el secreto está en el camino y no en la meta, muchas
veces ya es tarde pues el objetivo se ha cumplido con la correspondiente pérdida
inmediata de interés que esto nos produce.
Respecto a la posesión
que no deseo, está claro que la felicidad no es lo que tienes sino lo que eres
y eso se denota en como transmites tus energías en lo que haces; como te
relacionas o simplemente como convives.
El problema del síndrome de la felicidad aplazada, es que el tiempo nunca vuelve, por lo que no podemos recuperar situaciones de cualquier índole en el pasado, ni tampoco podemos sacrificar la felicidad del presente por un futuro circunstancial de dudosa existencia.
Cosas como la actitud
positiva, valorando los aspectos que tenemos y sentimos en el presente, es un
buen punto de partida para planificar aquello de lo que dudamos, eso si en el
aquí y ahora y dentro de nuestras propias circunstancias, sin envidias ni
anhelos, pues lo que está claro en cualquier caso que para ser feliz no sólo
hay que tener un plan de acción premeditado en cuanto a consciencia se refiere,
sino aprender a tomar decisiones valientes disfrutando de su aceptación para
evitar el síndrome de la felicidad aplazada.
En cualquier caso no
debemos confundir éxito y felicidad, ni tampoco aplazar nuestra vida pues más
allá de los resultados que conseguimos está como nos sentimos en el camino
mientras luchamos por nuestro objetivo y sólo en la cuestión que te provocas se
puede vivir disfrutando de las oportunidades que se presentan.
Ferrán
Aparicio
30 de abril de 2015