Hablar de sexto
sentido cuando sabemos que todos los humanos tenemos cinco es hablar de la
capacidad natural de ser humano por intuir, anticipar o descifrar la
sincronicidad de los acontecimientos y señales que nos ocurren diariamente.
Su
manifestación es común y por todos o casi todos conocida es simplemente esa voz
interior que nos llega desde la lucidez de esas corazonadas que nos adelantan o
revelan un hecho, razón o simplemente una idea, pudiendo proceder del
sentimiento o de nuestro pensamiento, siendo las sentidas las que provienen de
nuestro interior y las pensadas de nuestra racionalidad.
El
problema surge en la baremación de la
fiabilidad de ese sexto sentido y en cualquier caso hay que darle el valor que
merece, pues al fin y al cabo son únicas y personales procedentes de nuestro
cerebro de nuestro interior subconsciente y suelen ser la respuesta adecuada a un instante de necesidad.
Los
que somos abogado del planteamiento de
que las cosas llegan en su justo momento, ni antes ni después, confiamos en las
señales , pensamientos y demás connotaciones que nos trasmite nuestro sexto
sentido , desde la afinidad , a la empatía o simplemente a una observación puntual
de advertencia.
Su trascendencia así como su eterizad le
permite el hecho de siempre estar ahí,
presente pero oculto, discreto pero guiando, modelando muchas de nuestras
reacciones, de los caminos que tomamos en la vida, pues disponer de una buena
inteligencia intuitiva es permitirnos profundizar más en nosotros mismos para
adaptarnos mucho mejor a nuestro entorno, como algo personal e intransferible.
La
faceta intuitiva del sexto sentido es un fabuloso sistema de supervivencia, pues
de algún modo funciona, como un “sistema de alarma” y aviso a navegantes,
cuando algo va a pasar ese sexto sentido nos avisa de un modo rápido y
efectivo, se activa este fascinante circuito interior.
Es
sin duda un don fascinante, y dicen que se desarrolla entre los cuarenta y
cincuenta años, donde la consciencia de nuestro subconsciente se traslada al
presente a través de estos procedimientos, eso sí desde la observancia no hay
que perder la tierra de la vista
Es
bien cierto que no somos gurús ni magos merlín en nuestras vidas , pero si
sabemos que debes ver y tocar una cosa para creer en ella, cosa que en el caso
de la intuición la creemos a ciencia cierta , como un fenómeno personal en el
que creemos lo que sentimos y no vemos.
Al
final y de una forma general sólo se
trata de escuchar tu voz interior, conectar con su soledad de forma frecuente y
dejar la mente en blanco dentro de un procedimiento de meditación natural,
fomentando la observancia y practicando
la atención plena, atendiendo a las corazonadas y no perdiendo de vista
el contenido de los sueños, pues como dice el dicho tradicional, brujas haberlas
hailas y al fin y al cabo el intelecto siempre tiene la razón, pero la
intuición rara vez se equivoca.
Ferrán
Aparicio
15 de enero de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario