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jueves, 10 de julio de 2014

CONTRASTE EMOCIONAL

El otro día estaba sentado en el paseo marítimo, y se me ocurrió enajenarme mentalmente como persona y mirar desde la perspectiva del vacío a la gente. Fue como un estado de enajenación mental consciente a mitad de camino entre la meditación trascendental y la percepción intelectual ajena al raciocinio.

La verdad es que la primera idea que surgió es cuan diferentes somos las personas y como nuestra mente nos crea ideas y conceptos variopintos en un instante, sin más que una observación de contrastes que nos llaman la atención.

La clave de todo contraste emocional es claro que está en el cerebro. El cerebro primitivo es muy rápido y efectivo y sobre todo es instintivo. El instinto da pistas de algo que desde el subconsciente manda la emisión de una imagen, un pensamiento o simplemente una idea y la razón pone excusas y en su caso decide.

El contraste emocional parte de esas experiencias donde el cerebro primitivo trabaja mensajes fáciles y decisivos, decide e identifica el beneficio, se rige continuamente por la persecución del bienestar y la supervivencia, es muy sensible al contraste porque sigue considerando que debe tomar decisiones rápidas, busca lo que le es concreto, cercano, familiar, amigable y fácilmente reconocible.

Cuando ves pasar a la gente delante de ti y estas en este estado que les cuento, la mente lo único que es capaz de apreciar son los contrastes que despiertan la chispa de la imaginación o simplemente la chispa de la vida o de la intuición.

Sin embargo lo intuitivo reduce opciones a lo binario para sobrevivir. Tiende a sólo entender de lo que cree que es bueno y lo malo para él. Es por ello que el cerebro primitivo recuerda el principio y final y olvida prácticamente todo lo que está en medio, por su función eminentemente visual, es decir a partir del contraste va reconociendo información y la clasifica.

La terrible necesidad de actuar de una forma rápida y concisa ante una circunstancia apremiante, genera una ansiedad de no saber que va a ser de nosotros en un futuro inmediato, por lo que se acelera decisiones irracionales consecuencia de desagradables noticias de máxima notoriedad.

En cualquier caso es cierto que las grandes decisiones se basan en el miedo a lo que pasará, sin embargo el sistema perceptivo está diseñado para facilitar la accesibilidad a los cambios y a las diferencias, porque de la observación se desprenden los contrastes.

Como experiencia les animo a vivirla, pues es una manifiesta paradoja del concepto de elección, que se produce cuando a medida que la cantidad de la variedad aumenta, la persona puede optar por no escoger nada. Las comparaciones difíciles y estresantes bloquean a la persona y le colocan en un modo de alerta de activación por incomodidad.

Este proceso se repite a menudo y sobre todo hay que estar alerta a lo que se nos presenta como nuevo, pues esto nos facilita el reconocer el contraste de nuestra decisión y nuestro contraste emocional.

Ferran Aparicio
10 Julio de 2014

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