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miércoles, 1 de noviembre de 2017

TRANSTORNO BIPOLAR

El trastorno bipolar, antiguamente conocido como psicosis maníaco depresiva,  es una enfermedad mental en la cual las personas alternan entre un estado de ánimo maníaco o hipomaníaco y un estado de ánimo depresivo.

Es bien cierto que si te mantienes como observador en la vida , y sabes distinguir entre la persona y el personaje que representa  te das cuenta que en tu ámbito laboral, social, familiar cada día ves más personas y personajes que varían su actitud con fluctuaciones de estado de ánimo entre manía y depresión, que cambian  de forma muy rápida.

El trastorno bipolar no tiene sexo ni edad, aunque los científicos lo enclavan dentro de un trastorno genético, por lo que de padres con trastorno bipolar hay mayor probabilidad que los hijos desarrollen la enfermedad.

Dentro de ese trastorno bipolar hay síntomas claves independientes de su tipología genérica, en la cual la persona alterna entre estados de hipomanía con estados de depresión leve.

Pero no sólo se alternas dos estados de alegría y tristeza , sino que dentro de estos dos polos la persona incrementa su actividad de forma considerable, así como su energía, el pensamiento se acelera de forma que le vienen a la cabeza un sinfín de ideas grandilocuentes, que no pasan ningún tipo de filtro e intenta llevarlas a la práctica, cosa que puede ocasionar serios daños  para la persona, incluso puede llegar a tener alucinaciones o delirios de grandeza, considerándose alguien muy especial o con capacidades sobrehumanas.

En los periodos más bajos se sufren una falta de motivación, y de energía para hacer las cosas más cotidianas e incluso le pueden venir ideas de suicidio

Para identificar las personas bipolares, que no hay que confundir  como humanos que no divinos, que somos, hay que observar tres síntomas básicos, que son: Pensamiento polarizado, altibajos emocionales muy acentuados y repentinos y relaciones interpersonales caóticas.

Las personas con trastorno límite de la personalidad poseen un pensamiento que va de un extremo al otro, se muestran muy impulsivos y con facilidad cambian de opinión y se van al polo opuesto.

Emocionalmente tienen un desajuste muy importante, por ello necesitan constantemente sentirse aceptados por el resto, e incluso que el resto les verbalice lo buenos que son, o lo bien que se está con ellos. A nivel interpersonal su vida se vuelve muy compleja, y tienen varias experiencias dolorosas de parejas, amigos… que les han dado la espada o les han traicionado directamente.

La pura realidad es que cuanto más investigas sobre un tema más te das cuenta que bien la persona que tienes enfrente o simplemente tú mismo puedes sufrir algún síntoma, pues al fin y al cabo y aunque lo intentemos todos los días, durante 24 horas nos enfrentamos a situaciones bipolares que la propia vida nos presenta y somos nosotros los que debemos saber controlar.

                                                       Ferrán Aparicio

                                                  1 de octubre de 2017

jueves, 10 de julio de 2014

CONTRASTE EMOCIONAL

El otro día estaba sentado en el paseo marítimo, y se me ocurrió enajenarme mentalmente como persona y mirar desde la perspectiva del vacío a la gente. Fue como un estado de enajenación mental consciente a mitad de camino entre la meditación trascendental y la percepción intelectual ajena al raciocinio.

La verdad es que la primera idea que surgió es cuan diferentes somos las personas y como nuestra mente nos crea ideas y conceptos variopintos en un instante, sin más que una observación de contrastes que nos llaman la atención.

La clave de todo contraste emocional es claro que está en el cerebro. El cerebro primitivo es muy rápido y efectivo y sobre todo es instintivo. El instinto da pistas de algo que desde el subconsciente manda la emisión de una imagen, un pensamiento o simplemente una idea y la razón pone excusas y en su caso decide.

El contraste emocional parte de esas experiencias donde el cerebro primitivo trabaja mensajes fáciles y decisivos, decide e identifica el beneficio, se rige continuamente por la persecución del bienestar y la supervivencia, es muy sensible al contraste porque sigue considerando que debe tomar decisiones rápidas, busca lo que le es concreto, cercano, familiar, amigable y fácilmente reconocible.

Cuando ves pasar a la gente delante de ti y estas en este estado que les cuento, la mente lo único que es capaz de apreciar son los contrastes que despiertan la chispa de la imaginación o simplemente la chispa de la vida o de la intuición.

Sin embargo lo intuitivo reduce opciones a lo binario para sobrevivir. Tiende a sólo entender de lo que cree que es bueno y lo malo para él. Es por ello que el cerebro primitivo recuerda el principio y final y olvida prácticamente todo lo que está en medio, por su función eminentemente visual, es decir a partir del contraste va reconociendo información y la clasifica.

La terrible necesidad de actuar de una forma rápida y concisa ante una circunstancia apremiante, genera una ansiedad de no saber que va a ser de nosotros en un futuro inmediato, por lo que se acelera decisiones irracionales consecuencia de desagradables noticias de máxima notoriedad.

En cualquier caso es cierto que las grandes decisiones se basan en el miedo a lo que pasará, sin embargo el sistema perceptivo está diseñado para facilitar la accesibilidad a los cambios y a las diferencias, porque de la observación se desprenden los contrastes.

Como experiencia les animo a vivirla, pues es una manifiesta paradoja del concepto de elección, que se produce cuando a medida que la cantidad de la variedad aumenta, la persona puede optar por no escoger nada. Las comparaciones difíciles y estresantes bloquean a la persona y le colocan en un modo de alerta de activación por incomodidad.

Este proceso se repite a menudo y sobre todo hay que estar alerta a lo que se nos presenta como nuevo, pues esto nos facilita el reconocer el contraste de nuestra decisión y nuestro contraste emocional.

Ferran Aparicio
10 Julio de 2014