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jueves, 20 de noviembre de 2014

COMPLACENCIA


Hace tiempo que me anda rondando por la cabeza, los modos de comportamientos que tenemos los seres humanos en relación a nuestro entorno, en todas sus variantes desde lo estético a lo social, desde la obra de arte hasta nuestro propio discurso y me surge la duda si en relación a todos ellos si el ser humano por esencia tenemos la idea de que complaciendo a nuestro entorno viviremos mas felices.

Kant sin embargo afirmó: “La complacencia que determina los juicios del gusto es ajena a todo interés y llamamos interés a la complacencia que lleva aparejada para nosotros la existencia de un objeto.

Si analizamos esta afirmación nos damos cuenta que el juicio del gusto se cataloga para diversificar si algo es bello o no, si agrada o no, pues de él mismo no se deduce nada del objeto o acto de la representación, sino como se siente inquietado el sujeto que vive esa representación, ocasionando el interés del propio acto o objeto.

Parece que filosóficamente la complacencia transmite la idea de ser la facultad de conceptuar algo que es bello o correcto y se referencia a la voluntad del ser humano.

En el caso del arte, tema que me preocupa, es una forma que tiene el ser humano de manifestar su realidad y lo hace  como un símbolo propio de él como persona y de su forma de ver el mundo.

Sin embargo esta expresión personal como intención del autor puede variar considerablemente de la que le dé el receptor, en el ámbito que existe un nexo común de aceptación  se define la complacencia entre ambas partes.

Es evidente que la realidad no está en las cosas sino en las ideas, y el artista al representar un objeto lo que esta reproduciendo es la imitación, interpretación o reflejo de una idea, el mismo planteamiento es traspolable a la comunicación.

En general el gusto y el conocimiento será lo que nos permita complacer o ser complacidos por algo, sin embargo la variedad de gustos es lo que dará lugar a reconocer la variedad de interpretaciones.

En cualquier caso  y como siempre el silogismo nos lleva a plantearnos que todo es relativo pues  depende finalmente de la objetividad del poder afirmar que algo o alguien diga me gusta o no me gusta, siendo ese gusto el que involucra al objeto causa de complacencia sin referencia al deseo sino a ser deleitado por si mismo, lo que empuja a decir que al final uno tiene que ser uno mismo, transmitir filtrando lo que siente,  y lo demás  tonterías coherentes.

                                                           Ferran Aparicio
                                                    20 de noviembre de 2014

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