Este
fin de semana de visto una de esas películas, de mantita, sillón y chimenea y
me he quedado muerto y les digo muerto porque sé que de momento estoy vivo.
La vuelta de ese viaje sin
retorno que es la vida es un hecho inverosímil, pues lo que es cierto para casi
todo el mundo que nadie vuelve, al menos físicamente a visitarnos.
Para mucha gente con un alto
grado de consciencia y paz interior nuestro nacimiento no es nuestro principio
y por supuesto nuestra muerte el final, en el sentido que nuestra alma pervive
incluso después de la muerte, o al menos eso es lo que mantienen un puñao de
expertos en materia.
Siempre se ha hablado como en
la película, que tras la muerte en el primer momento hay un largo túnel después
del cual se ve la luz, sin embargo otros sectores afirman que tras la muerte y
una vez fuera de nuestros cuerpos vamos a sentir como un tirón lejos de
nuestros cuerpos pasando a ser de
actores a espectadores de nuestra vida.
También mucha gente ha
relatado como antes de trascender de la vida a la muerte, la muerte pasa como
una secuencia rápida en la que acontece toda nuestra vida fugazmente de una
manera apacible, pero todos hemos tenido conocimiento de muertes apacibles e inconscientes,
debido a enfermedades que van desde un alzhéimer hasta una muerte súbita
durmiendo, lo cual aleja la idea de que todo muere y se siente por igual.
Lo que está claro que llega un
momento en tu vida que estando vivo por “H” o por “B” , te replanteas la vida y
te das cuenta que el tiempo ha pasado y el que te quede no estas para perderlo
en cosas superfluas ni innecesarias.
Como diría Meryl streep, no tengo tiempo ni paciencia para aguantar
cosas y personas que me aburren dado que la cuenta atrás ha comenzado y necesito vivir
intensamente.
Por otra parte sólo revisamos
nuestras vidas cuando algo va mal o no funciona lo que constituye un gran error,
como planear por la noche el día de mañana o tomar decisiones en un estado de desesperación,
por lo que ha llegado el momento de revisar nuestras vidas sin miedos, desde la
vida y con tranquilidad consciente y atajar el camino innecesario que supone
aquello que no necesitamos vivir tanto físicamente como emocionalmente.
El miedo como emoción es una
sensación común para todo el mundo y se puede traducir como esa aversión a
enfrentarnos a algo que no nos gusta; el paradigma se plantea cuando si todos
somos conocedores cuando nacemos que todo tiene un comienzo y un fin, como no
reaccionamos en el camino de una forma más inteligente.
Les animo a replanteárselo, a
revisar sus sueños, ilusiones y esperanzas pues una vez pasado el tren de la
vida sólo nos queda que descansar en el sueño de los justos, ese sueño en el que el alma es lo único que queda como esencia espiritual de lo que hemos sido.
Ferrán
Aparicio
5 de marzo de 2015
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